Desafuero: hora cero
El patético y desesperado esfuerzo por desaforar a Andrés Manuel López Obrador pone en evidencia la sórdida lucha que, por la hegemonía en nuestro país, enfrasca a los grupos dirigentes.
Hoy día la lucha por el poder político ha adquirido rasgos inverosímiles. La desesperación por conservar un poder que sienten se les escapa, ha llevado a la derecha en el poder a preferir envilecerse.
Para tales despropósitos no han tenido reparo alguno en sobredimensionar una nimiedad jurídica, objeto además de una torcida interpretación, ocurrida en un predio de la Ciudad de México. Diariamente las autoridades federales y estatales de origen panista tienen en sus manos la oportunidad de manifestar en los hechos su compromiso con la legalidad y la justicia con cientos o miles de asuntos inmensamente más importantes tales como: el feminicidio en Ciudad Juárez; la defensa de los migrantes mexicanos acosados por las autoridades norteamericanas y los grupos xenofóbicos; el manejo transparente de los recursos públicos; el combate a la corrupción y el narcotráfico; la eliminación, gradual siquiera, de la pobreza; la atención a los pueblos indígenas sumidos en la más terrible marginación, y muchos más temas trascendentes, sin que se note particular empeño, compromiso o eficacia alguna en resolverlos. Pero en la eliminación política de su principal adversario, por vía de un cuestionable estratagema revestido de legalidad, han puesto todo su empeño y recursos para lograrlo. Si con tal empeño trabajaran en los temas que verdaderamente representarían una mejora en las condiciones de vida de los mexicanos, otra cosa sería.
Ha sido precisamente tal falta de empeño y manifiesta ineficacia en lo anterior, lo que ha llevado, hoy día, a un amplio sector de la ciudadanía a considerar seriamente hacer uso de la alternancia electoral en los comicios presidenciales del próximo año.
Pero, convencidos, como parecen estarlo, de que los mexicanos aún no somos mayores de edad para hacer uso responsable de nuestra libertad, además de ser carentes de criterio propio y por lo tanto susceptibles de ser manipulados por el "populismo", y considerando que, en tales circunstancias, sería irresponsable hacer uso del derecho a elegir libremente a nuestros gobernantes, el grupo en el poder ya se apresta a corregir tal ingratitud ciudadana. Actúan a semejanza de sobreprotectores padres que, desconfiando de las capacidades de sus hijos para ejercer su libertad, se toman para sí la libertad de decidir por ellos bajo la convicción de que "lo hacemos por su bien".
Eso o la simple y llana estupidez, que no es sino una variante de lo anterior, es lo único que parece explicar la riesgosa y desmesurada aventura política que decidió correr Vicente Fox, su grupo y su partido, y a la que parece sumarse el PRI y su desvergonzada dirigencia nacional.
A lo largo del tan inverosímil periplo que ha significado el proceso del desafuero contra López Obrador, han tenido Vicente Fox, su grupo y su partido innumerables posibilidades jurídicas y políticas de recomponer el camino y revertir los daños que en popularidad y legitimidad les ha costado su terquedad, y que en medida inversamente proporcional han aumentado la popularidad y legitimidad de quien pretendían destruir. No ha habido razón, encuesta, consejo, opinión ni manifestación alguna que merezca su atención o consideración siquiera. Han porfiado en su terquedad hasta acercar de manera irresponsable al país a una crisis política y de legitimidad que puede tener graves repercusiones y desenlaces inesperados.
Una nueva posibilidad de cortar por lo sano las cosas y desistir de tan desmesurado empeño aparece, con visos de melodrama televisivo, con la diferida fecha para que la Sección Instructora decida sobre el tema.
El grupo en el poder debiera seriamente reflexionar sobre lo que está haciendo. Ojalá que tal sea el sentido del traslado de la fecha y no, como pareciera, afinar los detalles para negociar la forma en que se habrá de llevar a cabo tan envilecedor episodio de la vida política nacional que significaría el desafuero.
(Artículo publicado en La Jornada San Luis)