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Señales encontradas

Para analistas, estudiosos, políticos, periodistas y opinadores, en general, estos primeros días del retorno priísta al Gobierno Federal están marcados, sin duda, por la búsqueda de señales.

Desde la conformación del Gabinete, la indagación en las biografías políticas de sus integrantes, los discursos emitidos, las acciones -si cabe así llamarlas- emprendidas y un largo etcétera que son fuente o indicio de todo tipo de señales. Unos las interpretan como favorables y hasta laudables sin recato, algunos con cautela, reserva y hasta franco escepticismo y otros más como signos perniciosos al más puro estilo de los días aciagos, baldíos, desamparados, abismales: los días nemontemi que los astrólogos mexicas adicionaban para ajustar su calendario. Para más de alguno en el extremo son, de plano, la muestra franca del fin del mundo (me resultó imposible evadirme del tema: lo siento).

Principalísimo papel en este ejercicio interpretativo, que en ocasiones se torna en ejercicio propio de videntes y artes adivinatorias por demás audaces, juegan el mentadísimo Pacto por México y las, no menos mentadas, trece decisiones.

Si algunos de los futuribles que ambos documentos de corte aspiracional llegan a cumplirse, será bueno para el país, sin duda. ¿Quién pudiera oponerse a que en nuestro país se cuente con seguridad social universal, incrementar la cobertura en educación media superior y superior, contar con una ley de reparación del daño, desistirse de la controversia constitucional sobre la Ley General de Víctimas, considerar como prioridad presupuestal la atención a los pueblos indígenas, y tantos nobles etcéteras que ahí aparecen? Finalmente, como bien dice el dicho: prometer no empobrece y, en ocasiones, una buena dosis de promesas pueden ser útiles para poner en marcha anquilosadas energías sociales, en tanto se creen las condiciones para ello, de lo contrario se generarán nuevas y mayores frustraciones.

Por ahora, soy de los que prefieren analizar con cautela y sano escepticismo las cosas. Saber si las aspiraciones reflejadas en estos instrumentos discursivos y políticos, se convierten en políticas públicas inclusivas, viables y eficaces, llevará tiempo. La forma, los modos y los cómos serán el punto de inflexión que nos dirá que tan reales son las intenciones manifestadas tanto en el Pacto como en las 13 decisiones.

Me adscribo al sector de la sociedad civil organizada que estima que de no realizarse una seria y genuina estrategia de participación ciudadana, se corre el riesgo de que el Pacto por México se quede nomás en un acuerdo cupular entre partidos que no representan a demasiados y demasiadas, y en mera retórica o acciones sesgadas que terminarán beneficiando solo a los sectores corporativistas mediante políticas clientelares.

Un amplio grupo de organizaciones de la sociedad civil integrados en el Espacio Social para el Diálogo Estratégico, hemos suscrito un posicionamiento donde se señala que: Los 95 compromisos incluidos en el Pacto Por México constituyen una base valiosa para convocar a un diálogo amplio que reconozca la pluralidad y diversidad de la sociedad nacional y la importancia de escuchar e incorporar todas las voces, incluyendo aquellas que históricamente han sido relegadas al silencio… A pesar de que el propio Pacto asume que hay una sociedad plural y que llama a que los ciudadanos se sumen a este esfuerzo, en su documento amplio únicamente se refiere en dos ocasiones a las organizaciones de la sociedad civil. México ha cambiado en los últimos 20 años, y uno de esos cambios ha sido el crecimiento de organizaciones con una agenda de servicios, de generación de conocimiento y de incidencia en política pública en todos los ámbitos de la vida nacional. Hoy no podemos seguir pensando que los partidos políticos son los únicos que representan a la sociedad. Las organizaciones civiles hacen un aporte importante en la atención a las desigualdades y la garantía de los derechos humanos, somos interlocutores indispensable en la construcción a la que el Pacto alude.

Si bien el Pacto se plantea con un alcance nacional y es, hasta ahora, el Ejecutivo Federal el actor proponente e impulsor, es apropiado suponer que su operación será mediada en buena medida por los actores políticos locales. En tal sentido, veo con preocupación, que en el ámbito local las prácticas de simulación en materia de participación ciudadana se siguen practicando a placer.

(Artículo publicado en La Jornada San Luis y Revista Transición)


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