El fantasma de la elección del 2006 (primera parte)
Un fantasma recorre las redes sociales, es el fantasma de la elección del 2006.
Durante las recientes semanas, conforme se acerca la jornada electoral, en las redes sociales circulan mensajes de diverso tono advirtiendo de las evidencias del fraude que se avecina, o afirmando que el fraude electoral 2012 ya está en marcha. Hay quien se las atribuye directamente al IFE o que le responsabiliza de ser indiferente y no hacer nada.
Las afirmaciones utilizan desde videos de bodegas de la Secretaría de Educación de Veracruz (SEV) en donde se encuentran despensas, juguetes, láminas y cobijas con leyendas invitando a votar por el PRI, otros en los que se graba a estructuras electorales y promotores del voto del PRI, notas de capacitadores del IFE que repartieron tarjetas telefónicas con propaganda de Peña Nieto entre funcionarios de casilla, notas del Frente Ciudadano en Defensa del Sufragio Efectivo integrado por reconocidos académicos, analistas y periodistas, la llegada de144 mil boletas electorales de más a Tabasco y 35 mil 70 boletas de más a Oaxaca, algunas con folios duplicados. Algunos critican el hiperoptimismo del Presidente del Consejo General del IFE por evadir problemáticas como la compra y coacción del voto o los posibles efectos de la inseguridad en ciertas regiones.
Abordar cada uno de los hechos anteriores requiere de un análisis que supera las posibilidades de este espacio, pero hay algunos elementos genéricos. De entrada, en algunos de los argumentos, hay una dosis de desinformación pues, en el caso de las boletas de más, no se refiere que las de Tabasco no corresponden a las elecciones federales sino a las locales por lo que el IFE no tiene nada que ver, y que de las de Oaxaca, que sí son federales, fueron oportunamente detectadas por los Consejeros Electorales y se tomaron las medidas pertinentes para evitar que ocurra irregularidad alguna con ellas. Esa es la labor de los Consejeros. Lo mismo ocurrió en el caso de los capacitadores del IFE que repartieron las tarjetas telefónicas, una vez que fueron detectados por una Consejera en sus labores de verificación y supervisión, fueron despedidos.
Sobre las despensas, juguetes y demás artículos en las bodegas de la SEV que serán para la compra y coacción del voto, la situación es más compleja. No puede negarse que ésta persiste en nuestro país. La promueven todos los partidos políticos sin excepción. Se alimenta de una cultura política deleznable que aprovecha la extensa y grave pobreza que nos aqueja, los bajos niveles culturales de algunos sectores sociales, la impunidad y la permisividad de una ciudadanía de bajo impacto de la que adolecemos, entre otros factores. Los mecanismos y las instituciones para el combate a la compra y coacción que nos hemos dado son sumamente débiles. Los delitos electorales en nuestro país son de difícil comprobación debido a lo obsoleto y lo deficiente de su tipificación, la FEPADE limitadísima en recursos y capacidades instaladas. Por lo que toca al IFE, sin ánimos evasivos, debe quedar en claro que los delitos electorales no aparecen en el COFIPE sino en el Código Penal tanto Federal como los Estatales, y es por ello que quien los persigue son fiscalías especializadas dependientes de las Procuradurías de Justicia correspondientes, sumamente débiles como ya asenté. El IFE no es Ministerio Público. Las violaciones al COFIPE sí son atribución directa del IFE y éstas se resuelven mediante procedimientos administrativos y electorales propios.
La manipulación del voto se realiza también por otros mecanismos de corte mediático y propagandístico, que responde a intereses políticos y económicos de grupos de poder tanto formales como fácticos. Algunos de esos mecanismos tienen una naturaleza ideológica solo explicables por la psicología social, sumamente difíciles de plasmar –positivar dicen los juristas- en un adecuado código que los defina, tipifique, castigue o siquiera inhiba.
El pasado 14 de junio, José Woldenberg, quien presidiera el primer Consejo General del IFE efectivamente ciudadano, publicó en el diario Reforma un artículo con el título “Por qué es imposible un fraude”. No niega que pueden producirse irregularidades en una casilla o en un conjunto de casillas, pero sostiene, demuestra y concluye que un fraude maquinado centralmente es imposible. Se refiere particularmente a la imposibilidad de que sea la autoridad electoral quien lo maquine. Coincido con él.
Ello, sin embargo, no supone afirmar que todo es “miel sobre hojuelas” o un proceso electoral intachable propio de las democracias más desarrolladas. El fantasma del 2006 nos recorre, cierto. Abordaré otros aspectos en mi próxima colaboración, previa a la jornada electoral.
(Artículo publicado en La Jornada San Luis y Revista Transición)