ASE: la recurrente historia
Nunca como en el actual proceso de relevo de la ASE, el patrón de captura de los organismos públicos autónomos, había sido tan groseramente nítido. Y no es que le faltaran deméritos a los anteriores, pero se mantenían algunas formas hoy perdidas del todo.
En alguna ocasión, incluso, gracias a la intervención de órganos jurisdiccionales externos, fuera del alcance de los intereses locales, se pudo contener, así fuera momentáneamente, el modus operandi de su captura, como ocurrió en el relevo del CEEPAC en el 2010-2011, cuando hasta en dos ocasiones el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, ordenó al congreso local reponer el proceso.
Durante la actual administración estatal se han realizado cambios y relevos en todos los organismos público autónomos del ámbito local: CEEPAC, CEDH, CEGAIP y ahora la ASE. En todos, sin excepción, se ha documentado a través de los medios de comunicación y de sus participantes la abierta intervención del Ejecutivo y el reparto de cuotas partidistas. Como señalaba en mi anterior colaboración, el patrón de captura inicia desde la emisión de las convocatorias laxas y desapegadas a los requerimientos legales; el hecho de no se establecer o conducir un proceso público, abierto, incluyente y, sobre todo, auténtico, en base a criterios que privilegien la aptitud de quienes ocuparan la titularidad de los organismos públicos autónomos, así como la ausencia de criterios de evaluación a seguir por parte de los legisladores. De tal forma, los procesos quedan a merced de la discrecionalidad y de los intereses de la coyuntura política del momento. El colmo consiste en que cuando llegan a establecerse procedimientos, así sean insuficientes y limitados, tampoco los siguen sus creadores.
Cada vez el guión es más predecible y su epílogo el de siempre: el nombramiento recae en aquél al que tanto medios de comunicación como otros aspirantes, según sea el caso, señalaban anticipadamente como el favorito o cercano al Ejecutivo. No falla.
Hay algunas variantes y modalidades, cierto. Cuando el nombramiento es unipersonal, como el caso de la titularidad de la CEDH o el de la ASE, el Ejecutivo se impone ya sea mediante la disciplina partidaria, y/o la promesa de colocar a alguien en un puesto medio o intermedio en la inmediata restructuración que prosigue a la estructura de los organismos luego de los relevos. Lo segundo ocurre particularmente con los partidos opositores, en los que la disciplina no opera como mecanismo de conjuntar voluntades, pero sí colocar a algún cercano en la burocracia. A veces las promesas de colocación refieren a próximos procesos de nombramientos en otros organismos.
Cuando los nombramientos se refieren a órganos colegiados como el caso del CEEPAC y la CEGAIP, en el nombramiento de su presidencia lleva mano el Ejecutivo, y en el resto de los integrantes opera el grosero y abierto mecanismo de reparto de cuotas partidistas entre los grupos mayoritarios del congreso, excluyendo a las fuerzas minoritarias, a las que, según su capacidad negociadora, se les puede ofrecer alguna promesa de colocación en la previsible reestructuración que ocurrirá al interior del organismo. En ocasiones ni a eso alcanzan y, hasta ocasionalmente, hay quien la rechaza. Como sea, su voto es intrascendente en el resultado. Hay minorías que votan por la propuesta mayoritaria solo para evitarse problemas.
Así, la integración de los organismo públicos autónomos, supuestas joyas de la democracia representativa contemporánea, se convierten en una moneda de cambio entre la partidocracia, quedando así subordinados a los intereses partidistas de la coyuntura y pervirtiendo su naturaleza.
(Artículo publicado en La Jornada San Luis y Revista Transición)