Participación ciudadana y gobernanza
En estas primeras semanas de administraciones municipales y estatales, corren días de muchas ocupaciones y preocupaciones, de las legítimas a las más mezquinas.Apuran los problemáticas herencias y, en especial, el rápido cumplimiento de las expectativas prometidas y creadas durante los procesos electorales. El golpe con la realidad puede ser seco y frustrante y conducir al pasmo, la parálisis o el abierto cinismo.De las estrechas posibilidades que los gobiernos entrantes tienen para enfrentar su gestión destaca una: incorporar de manera decidida y auténtica la participación ciudadana.Ante las precariedades y penurias de la administración pública, con estrechísimos márgenes de acción, resultará difícil cuando no imposible, instaurar gobiernos de manufactura imperial, grandilocuente, espléndidos, dadivosos y dados a las obras de relumbrón. Las recientes administraciones más parecen llamadas a administrar la precariedad, racionalizar el gasto y hablar con la verdad. De optar por lo contrario llegará el próximo vendaval electoral que, como el anterior, les removerá sepultando los sueños guajiros de grandeza, memoria y gloria o, ya siquiera, de relección para el caso de las presidencias municipales.Se necesitan autoridades con un talante distinto y, de ser así, bien podrían encontrar en la genuina y auténtica participación ciudadana un mecanismo que les permita conducir una gestión a la altura de las circunstancias. Es lo que suele denominarse como: gobernanza.El término gobernanza, que ha venido adquiriendo importancia y relevancia en el diseño, implementación y evaluación de las políticas públicas significa, en sus términos más llanos, el “arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía”.Instancias internacionales como el Banco Mundial, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) han impulsado el enfoque de la gobernanza para el diseño, formulación y ejecución de políticas públicas que respondan al interés común.Y aunque los mecanismos participativos plantean serios retos para su implementación y eficacia, no hay duda que introducen una nueva dinámica política y social en la que la ciudadanía tiene oportunidad de estar presente en el espacio público y ser reconocida como un actor con capacidad de intervención y decisión en ámbitos que hasta hace bien poco se consideraban exclusivos de políticos o de técnicos. Ello requiere asumir un nuevo tipo de racionalidad democrática en la que autoridades y ciudadanía se ven obligadas a entablar un proceso de negociación y compromiso que, en último término, constituye una fuente de legitimidad.Ya en estos días los municipios deberán renovar los comités de desarrollo social municipal, las juntas vecinales de mejoras, y otros organismos de participación ciudadana. Como lo señalé en una anterior colaboración, en no pocas ocasiones lo enfrentan de manera atropellada generando así condiciones de difícil accesibilidad.En tal sentido ha sido propuesta por el grupo parlamentario de Movimiento Ciudadano a la LX Legislatura una iniciativa para reformar diversas disposiciones de la Ley Para la Administración de las Aportaciones Transferidas al Estado y Municipios de San Luis Potosí, y de la Ley Orgánica del Municipio Libre del Estado de San Luis Potosí, para ampliar los plazos de la integración de algunos organismos de participación ciudadana, lo cual es del todo pertinente en este inicio de administraciones y abona a la integración de éstos mediante procesos que reúnan mejores condiciones para impulsar en ejercicio auténtico y genuino de participación ciudadana. Abandonando así procedimientos atropellados y restrictivos que han llegado a configurar una distorsión al sentido genuino de la participación ciudadana, introduciendo elementos perjudiciales de simulación, manipulación y clientelismo.Como lo señalé también en anterior colaboración, llega el momento en que la participación ciudadana debe tomarse en serio.
(Artículo publicado en La Jornada San Luis y Revista Transición)