Gracias Julio Scherer
No recuerdo con exactitud la fecha en que leí por primera vez la revista Proceso, pero creo que debió ser durante mis estudios de bachillerato hacia los últimos años de las setenta. Seguramente lo fue de forma circunstancial: algún trabajo escolar, un ejemplar encontrado en la biblioteca o hasta en alguna sala de espera.Lector asiduo empecé a serlo hacia el ochenta y lectura indispensable unos cuantos años después. Llegué a tener una valiosa colección ininterrumpida de ejemplares de la revista que abarcaba alrededor de quince años, de 1988 hasta el 2003 aproximadamente, y que ante la imposibilidad espacial y la falta de utilidad pública de seguirla acumulando en casa, doné al acervo de la hemeroteca de una institución de educación superior de la localidad.La deuda que México tiene con Julio Scherer es inconmensurable. Cualquier forma de gratitud es pequeña ante el aporte cívico, periodístico y político que Don Julio nos legó.Varias generaciones de mexicanos fuimos capaces de entender y comprender la realidad nacional e internacional gracias a los ejemplares semanales de Proceso. Y no sólo en materia de política, sino también en cultura y hasta deportes, siempre desde una perspectiva crítica.Scherer y su equipo, entre ellos el también entrañable Vicente Leñero, demostraron que se puede resistir exitosamente ante el autoritarismo, no sin costos, cierto, pero se puede. Proceso no sólo se constituyó en el icónico bastión de la libertad de expresión y la crítica al sistema autoritario y corrupto, sino que también mostró que un proyecto sustentado en tales principios es económicamente viable y sustentable, sentando las bases del periodismo contemporáneo en el país. El periodismo en México es impensable, hoy día, sin la labor y el legado de Scherer.En años reciente y de a poco, la generación pionera que enfrentó con valentía y decisión al sistema político autoritario mexicano, habiendo cumplido su labor en el periodismo, la política, las artes, la academia y otras trincheras, va desapareciendo. A Carlos Fuentes, Vicente Leñero, Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco, Granados Chapa, Heberto Castillo, Carlos Montemayor, por citar sólo algunos, se suma ahora la muerte de Don Julio Scherer, ellos, otros y otras, se constituyeron en referentes que iluminaron la etapa formativa de varias generaciones, aportándonos una interpretación de sentido. Sus voces, sus ideas y sus estéticas ayudaron a configurar el horizonte de la comprensión de nuestro entorno político y social, otorgando una interpretación de sentido y rompiendo la interpretación de sentido de la totalidad imperante. No sólo incordiaron esa falsa imagen monolítica de la realidad que el poder se empeña en mostrar e imponer, sino que le abrieron profundas grietas por las cuales hemos atravesado generaciones enteras de activistas, analistas y ciudadanos.Ocasionalmente he escuchado también algunas críticas a la escuela periodística de Scherer, la mayoría provenientes de los círculos oficialistas en turno, y otras de algunas generaciones jóvenes que estiman tal periodismo algo anticuado. Será el sereno, como coloquialmente se dice, pero quien no tenga capacidad de reconocer en la labor de Scherer y su escuela a los precursores del mejor periodismo contemporáneo en México, lo será por mezquindad interesada o cortedad de miras.Corresponde agradecer, en tanto ciudadano y activista, haber sido beneficiario de la labor periodística de Julio Scherer y hacer votos para que su legado permanezca en el ejercicio del periodismo íntegro, inteligente, combativo, indoblegable y valiente como el que él desplegó y del que fuimos testigos sus lectores.
(Artículo publicado en La Jornada San Luis y Revista Transición)