De los posibles cursos de acción ciudadana
En la anterior colaboración apuntaba que, ante la coyuntura política, hay cursos de acción que bien pueden resultar contraproducentes y finalmente conducir, mediante la dilapidación de una enorme energía social, tanto a la frustración como a la auto marginación de las agendas públicas, dejando la plaza a merced del pensamiento y la política conservadora y regresiva.
Algunas consideraciones sobre la pregunta relevante de ¿qué hacer?
Primero: estimo que, para quienes impulsamos causas y demandas progresistas sería un error suicida no considerar y analizar adecuada y detalladamente la trama política que mueve los flujos de poder, así como el contexto social conservador en el que nos movemos y, desestimarlos sin más. Por el contrario, debemos ser conscientes y conocedores de ello para desarrollar estrategias inteligentes y creativas que permitan fortalecer y avanzar nuestras agendas en un contexto, más bien, poco propicio y afecto a nuestras causas.
Segundo: definir una sola estrategia de acción política y social de enfrentamiento frontal que termine por desgastar y diluir buena parte de la energía colectiva sería, a mi ver, y como apuntaba, contraproducente. Terminaría conduciendo a la frustración y la auto marginación en momentos en que la opción no es rendirse, desesperanzarse, paralizarse ni claudicar en las causas y demandas que hemos impulsado desde la ciudadanía y sus organizaciones. En el contexto conservador que caracteriza, tanto a la sociedad mexicana como a la potosina, eso equivaldría a abandonar la plaza sin resistencia, y es justo algo de lo que esperan con agrado, algunos o muchos de los actores que creen posible una reinstauración, sin más, del autoritarismo.
Tercero: sería un tremendo error dar inicio a una lucha intestina entre los sectores progresistas, estableciendo una línea maniquea entre los buenos y los malos, los puros y los “colaboracionistas”, y los cientos de dualismos excluyentes y descalificadores del pensar y actuar intolerante. Posibilidades varias de acción las hay, no es posible ni deseable tener un acuerdo sobre el medio, incluso podremos cuestionar y distanciarnos de algunos, pero pretender obligar política y hasta “moralmente” a que todos asuman una sola estrategia de acción, servirá de nada y terminará debilitando nuestras causas.
Antes de saberse los resultados de la elección, en este mismo espacio (10 de mayo del 2012) publiqué un artículo en el que sostenía que ganara quien ganara en las elecciones, gran parte de la solución de los problemas que enfrentamos los ciudadanos atraviesan por la organización y la capacidad de autogestión, por lo que habrá fortalecer todas las formas de organización ciudadana.
La ciudadanía, mediante su organización para la autogestión es la que constituye los verdaderos límites del poder, más allá de la formalidad jurídica-democrática. De hecho, quizá sea la autogestión la única forma posible de que la ciudadanía ejerza poder efectivamente.
Conformar colectivos y organizaciones ciudadanas para diversas causas; constituir genuinas y auténticas organizaciones vecinales para actuar desde lo local; reencausar –o recuperar si fuera el caso- los organismos públicos autónomos de contrapeso al poder así como los espacios de “participación ciudadana” que han sido cooptados por parte de las autoridades federales, estatales y municipales, hasta quedar desdibujados; son algunas de las luchas y acciones a las que deberíamos prepararnos en la actual coyuntura.
Por otra parte, y desde otro espacio, se avecinan reacomodos serios en la izquierda partidista tanto por la separación de López Obrador de ellos, como por el posible derrotero por él planteado que quizá culmine en la conformación de uno más. En lo particular, desde hace tiempo, estoy desencantado de los partidos de cualquier espectro político y de la partidocracia que han construido. Los esfuerzos por reestructurarse o reconstruirse que desde ahí se hagan, de estar encaminados a fortalecer la organización ciudadana y debilitar la partidocracia, serán saludables y bienvenidos. Pero son insuficientes y, en todo caso, complementarios de los esfuerzos ciudadanos desde otros espacios.
(Artículo publicado en La Jornada San Luis y Revista Transición)