¿Qué nos enseña el proceso electoral del 2012? (Primera parte)
Escribo esta reflexión –en varias entregas- sin ningún afán ni pretensión de abarcar todas las enseñanzas del proceso electoral, y más con la intención de tener claridad de hacia dónde deben orientarse las acciones para impulsar las distintas agendas ciudadanas que promovemos las organizaciones de la sociedad civil.
Peña Nieto obtuvo más sufragios por la combinación del voto no urbano, de los sectores sociales con menor educación, el voto adulto y el voto útil del PAN. Cada cual aportó su parte y la suma condujo al triunfo del abanderado del PRI. Cada una de estas cuatro categorías merecería un análisis por separado que nos permitiera analizar y descubrir qué los movió a votar en el sentido que lo hicieron.
De acuerdo a los datos de una de las más acertadas encuestas, la de salida del diario Reforma, , en el medio rural Peña Nieto aventajó por 15 puntos a su más cercano competidor obteniendo 44% de los votos por 29% de López Obrador y 26% de Vázquez Mota.
Por otra parte, a menor nivel educativo, mayor porcentaje de votos para Peña Nieto: el 48% de los votantes que únicamente cuentan con educación primaria le votaron, mientras que por López Obrador sólo lo hizo el 26% de tal sector. Contrasta con los de mayor nivel educativo que votaron por López Obrador por una diferencia de 10 puntos, ya que el 39% de quienes tienen educación superior votaron por éste contra sólo el 29% que lo hizo por Peña Nieto. También entre quienes cuentan sólo con educación media superior López Obrador le aventajó con 4 puntos a razón de 37% contra el 33%.
Zonas rurales generalmente marginadas y ciudadanos con bajo nivel educativo, son población más vulnerable al voto libre, informado y razonado.
Pero hay más. Por rango de edad, el voto adulto -mayor de 30 años- fue para Peña Nieto quien sacó una diferencia de 10 puntos sobre López Obrador obteniendo el 40% de los votos de tal sector contra el 30% del candidato de la izquierda. El voto joven fue, en cambio, para López Obrador aunque no por mucho margen de diferencia, sólo el 1%, ya que obtuvo el 37% mientras que Peña Nieto el 36% y Vázquez Mota el 23%.
El cuadro se completa con el voto útil panista a favor de Peña Nieto, que es un factor crucial para entender el desenlace electoral. Un análisis somero de las cifras nos dice claramente que se transfirió voto del PAN al PRI y que éste marcó diferencia en el resultado final. El voto conservador, por edad o por razón de ideología, decantó por el candidato presidencial del PRI.
Así, la combinación de votantes en situación de marginación, con baja educación y el voto conservador, realidades amalgamadas, traslapadas y entremezcladas explican el resultado de las elecciones. Más no por sí solas, se requirieron acciones afirmativas dirigidas a estos sectores: dádivas, propaganda negra, relaciones clientelares, publicidad y mensajes específicos, actuación parcial de medios de comunicación y casas encuestadoras.
El voto cuyo caldo de cultivo es la marginación, la pobreza y la baja educación, fue el que cimentó el triunfo del PRI. Lo coronó el voto conservador.
Se corrobora así el carácter conservador que persiste en la sociedad mexicana. Quienes en México impulsamos temas y causas progresistas debemos ser conscientes de ello y desarrollar estrategias inteligentes y creativas que permitan fortalecer y avanzar nuestras agendas en un contexto, más bien, poco propicio y afecto a nuestras causas. La opción no es frustrase ni rendirse.
Tampoco debemos, simplemente, ignorar, desestimar o descalificar a la mayoría conservadora que prefiere lo contrario. No hay conjuro mágico que desaparezca al sector político y social conservador y nos traslade a “progresistlan”, “radicaliztlan” o “izquierdatepec”.
Menos aún debemos emprender una lucha frontal que terminaría por auto marginarnos de las agendas públicas y políticas. Sería un error abandonar la plaza a merced del pensamiento y la política conservadora y regresiva que, según parece, se avecina.
(Artículo publicado en La Jornada San Luis y Revista Transición)