“EL IFE”
En la medida que se acerca la jornada electoral el árbitro empieza a ocupar un papel destacado en el análisis y la opinión pública. “El IFE” esto, “el IFE” lo otro.
El escenario de un resultado electoral cerrado vuelve los ojos “al IFE”. Analistas, académicos, periodistas y los contendientes empiezan a mentar “al IFE”. Asoman algunos reclamos y críticas, unas abiertas otras veladas. Otros refrendan confianzas o las condicionan.
Al interior “del IFE” las aguas también se mueven. El 7 de junio el Consejo General salió al paso con un comunicado que ha sido objeto de críticas por “hiperoptimista” y por evadir problemáticas como la compra y coacción del voto o los posibles efectos de la inseguridad en ciertas regiones. El Servicio Profesional Electoral “del IFE” en sus previsiones operativas y logísticas empieza a hacer ejercicios de escenarios en los que se incluye un periodo postelectoral agitado.
Los órganos ciudadanos “del IFE” afinamos nuestras labores de vigilancia y supervisión haciendo las observaciones para que el Servicio Profesional Electoral realice los ajustes relevantes y necesarios para garantizar que el voto de los ciudadanos y ciudadanas se reciba en las urnas y se cuente.
¿Por qué entrecomillo reiteradamente “el IFE”? Ocurre que al interior “del IFE” hay diversas estructuras con funciones y responsabilidades claramente diferentes, que no son perceptibles en los discursos de los actores políticos y públicos, ni de la población en general. Así, el ciudadano “común y corriente” –por ejemplo- no distingue siquiera entre IFE y CEEPAC, a veces ni los propios ciudadanos que han sido elegidos como funcionarios de casilla de uno y otro organismo electoral. Menos aún saben o entienden de las diferentes estructuras que actúan y conviven al interior “del IFE”.
Como lo señale en artículos previos (15 y 22 de marzo) “el IFE” está conformado por dos estructuras fundamentales con funciones y responsabilidades diferentes: los órganos directivos (Consejos ciudadanos) y el Servicio Profesional Electoral.
Este último son los órganos permanentes responsables de ejecutar todas las tareas técnicas y administrativas requeridas para la adecuada preparación, organización y desarrollo de los procesos electorales, así como de dar cumplimiento a todos los acuerdos y resoluciones adoptados por los órganos de dirección. Son las llamadas Juntas –General, Locales y Distritales- así como las Direcciones Ejecutivas y Unidades Técnicas diversas.
Los Consejos, con excepción del General que funciona de forma permanente, son órganos temporales formados por ciudadanos que sólo operan durante los procesos electorales. Otra estructura ciudadana fundamental que sólo opera el día de la elección son las Mesas Directiva de casilla, que son los órganos formados por ciudadanos, facultados para recibir la votación y realizar el conteo y cómputo en cada una de las casillas.
Sin embargo, para conformar las Mesas Directivas, se requiere de la contratación y capacitación de personal temporal que se encarga, a su vez, de notificar, persuadir y capacitar a los ciudadanos que han sido sorteados para que las integren. Sólo esto es una titánica labor que se realiza en condiciones tan diversas como las 66,740 secciones que existen en todo el país: 1,790 de ellas en San Luis Potosí. Para ello se contrataron a nivel nacional a 4,837 Supervisores Electorales y 29,490 Capacitadores Asistentes Electorales (CAE´s), en nuestro Estado son: 129 Supervisores y 723 Capacitadores. Ellos se encargan de persuadir y capacitar a los 23,443 ciudadanos que estarán en las 3,349 casillas que habrá sólo en nuestro estado.
Hoy día que empieza a ser protagonista en la discusión pública “el IFE”, conviene tener en cuenta lo que he descrito y asumir cada cual su responsabilidad en este momento crucial.
Votar. Un concepto simple. Revolucionario en su momento. Transformador y poderoso en las democracias contemporáneas. Garantizar ese derecho “simple” no lo es. Implica cierta complejidad y supone toda una organización que atraviesa por no pocos obstáculos operativos, logísticos y materiales. Sólo la organización de la jornada electoral para asegurar que acudamos a marcar las boletas electorales para manifestar nuestra voluntad política requiere una millonaria inversión en materiales, recursos y trabajo. Lo anterior sin considerar otros factores desde culturales hasta políticos, mezquinos y nobles, que influyen y condicionan los procesos electorales y que sería imposible abordar en esta colaboración.
(Artículo publicado en La Jornada San Luis y Revista Transición)