Arte… Murphy… y el CEEPAC
Fui de los privilegiados en asistir al concierto de Luis Eduardo Aute, el pasado jueves. De tiempo, buen tiempo por cierto, he sido un asiduo escucha y ferviente seguidor de quien es, hoy día, un indispensable referente de primera línea del canto de autor en español. Por razones más inmediatas, decidí asistir para exorcizar así, a fuerza de arte y compañía, a los monstruos que se han hecho dueños de todos los sueños que fueron razón… como lo señala una de sus letras.
Ha caracterizado a Aute la impecable e implacable crítica a la clase política y los grupos que se hicieron del poder a partir de la década de los noventa, una vez que la caída del “socialismo real” pareció, en los términos de la famosa y polémica frase acuñada por Fukuyama, colocar a la sociedad contemporánea en el “fin de la historia” y las ideologías y el inevitable triunfo del mercado, caracterizada por su pragmatismo, cinismo y el alejamiento de todo tipo de principios éticos.
La belleza es, sin duda, una de las más memorables letras y canciones de Aute sobre el tema, que retrata a la trepadora clase política contemporánea: Míralos, como reptiles, al acecho de la presa, negociando en cada mesa maquillajes de ocasión; siguen todos los raíles que conduzcan a la cumbre, locos por que nos deslumbre su parásita ambición. Antes iban de profetas y ahora el éxito es su meta; mercaderes, traficantes, más que nausea dan tristeza, no rozaron ni un instante la belleza...
En el memorable concierto del pasado jueves, al introducir la canción “Hay cosas peores”, una de las composiciones de su reciente producción, la introdujo citando la famosa “Ley de Murphy”, aduciendo que si algo tiene la posibilidad de empeorar, empeorará, particularmente si está en manos de los políticos y magnates -cloaca de ladrones y asesinos, dice Aute- que se devoran el futuro con resaca de burbujas y casino. Luego de que la canción describe la conducta depredadora de tales sujetos advierte al escucha: Y ante esto alíviate y piensa que, pese al cúmulo de lodos a esta cámara de todos los más lícitos horrores, ay, ay, ay, ay, ay... hay cosas peores.
Y aquí es donde el arte describe de forma precisa la realidad en el caso de la elección de Consejeros del Consejo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana (CEEPAC), en cuya segunda oportunidad para poder realizar un proceso apegado a los criterios de certeza, equidad, imparcialidad y legalidad, en los términos señalados por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) el Congreso local… ¡lo hizo peor! Todo indica que, tratándose de vulnerar y deslegitimar a los Organismos Públicos Autónomos, es del todo cierto la aplicación de la Ley de Murphy por parte de la mayoría de los congresistas.
Si ya el proceso previo, por efecto de la resolución del TRIFE demostró que los procesos de conformación de tales organismos “autónomos” son una simulación, ahora queda de manifiesto que, además de ello, se trata de hacerlos más dóciles a los intereses partidistas, ya que ahora eliminaron a algunos de los aspirantes con mejores calificaciones, mismos que durante su brevísimo periodo en funciones, impulsaron una serie de propuestas de reformas legales al CEEPAC que apuntaban en la línea de fortalecer su autonomía. Si ello no fuera suficiente, cuatro de los nombrados ocupan algunos de los últimos lugares de la evaluación.
¿De qué va el asunto? Uno se pregunta. Y sólo la poesía y el arte, la subjetividad creativa y la intuición, pueden dar alguna respuesta ante tal irracionalidad: Déjales…que fabriquen aspas de molino que defiendan al gigante contra el aire del ensueño, que produzcan monstruos pertrechados de razones, que jamás admitan que la vida es sueño... Calma, corazón, calma, corazón, sabes bien que la única razón que aún asumo es la improcedente sinrazón de amar y amar y amar...y sólo amar: el resto es humo.
(Artículo publicado en La Jornada San Luis y Revista Transición)