¿Se puede desmentir al poeta?
En solidaridad a Javier Sicilia
y a todas las víctimas de la violencia
Javier Sicilia, poeta, activista social, católico progresista, pacifista radical -como lo llamó Hermann Bellinghausen-, en desgarradora entrevista con Carmen Aristegui afirmó que el corazón de este país está podrido.
En los días recientes, además de la masacre en la que perdió la vida absurdamente Juan Francisco, hijo del poeta, se han sucedido asesinatos demenciales a lo largo y ancho del país, sin excepción de nuestra ciudad. En ellos se lastima y asesina con saña a personas incapaces de defenderse, a menores de edad, y a personas sin vínculo alguno con asuntos criminales, supuesta causa de las masacres. Habrá, seguramente, personas criminales entre las víctimas, pero ello no justifica las atrocidades. En la mayoría de los casos las víctimas son objeto de tratos crueles, inhumanos y degradantes por parte de sus agresores y asesinos.
Ciudad Juárez, Monterrey, Michoacán, Puebla, Durango, Jalisco, el Estado de México, Guerrero, entre otros, sumaron más y más cadáveres a la ominosa lista de más de treinta mil muertos por la violencia en los últimos cinco años, luego de la llegada de Calderón a la Presidencia y la implementación de su “guerra” contra el crimen.
¿Se puede desmentir al poeta?
No es sólo el legítimo dolor del padre a quien se le ha arrebatado absurdamente al hijo lo que justifica su afirmación de la podredumbre del corazón del país, es la realidad que a diario y por doquier nos lo encara.
La podredumbre no se puede ocultar con declaraciones fantasiosas y falsas de los gobernantes que niegan la realidad, ni con pactos entre los medios para suavizar u ocultar la información sobre la violencia que asola y arrasa al país, principalmente a los jóvenes.
El corazón, en la tradición cristiana, a la que honra el testimonio de Javier Sicilia, es la sede de las facultades y de la personalidad, de la que nacen pensamientos y sentimientos, palabras, decisiones y acciones. Es el centro de la consciencia y la moral: la sede de la sabiduría.
La metáfora del poeta, sobre el corazón del país, hace referencia al espacio donde nacen las decisiones públicas que impactan al país, el espacio o los espacios en los que se tienen las facultades y se toman las decisiones que afectan -en mayor o menor medida- a quienes habitamos México. Ese lugar, esos lugares, están podridos.
¿Se puede desmentir al poeta?
No sugiere el poeta que esté podrido el corazón personal de todos y cada uno y una de las y los mexicanos, el lugar de nuestras decisiones personales, sino el espacio que impacta con sus decisiones la vida pública.
¿Está podrido el lugar, los lugares, donde se toman las decisiones públicas de este país? Sí, lo están. Están podridos por la mezquindad de las élites políticas y económicas que han preferido ver por el bien de sí mismas y no por el bien colectivo. Está podrido por las reyertas entre ellos para hacerse del poder y así obtener beneficios personales o a favor de sus cercanos. Se ha podrido cuando al amparo del poder se han socializado las pérdidas y privatizado las ganancias. Está podrido, porque han decidido que cada cual quede a merced de sus fuerzas y con ello, han dejado al débil a la voluntad del fuerte. Porque no han querido cobijar al débil con el manto de la justicia, de la ley y del Estado de Derecho. Porque le han quebrantado hasta el punto de hacer de la impunidad la norma y no la excepción. Porque han contagiado al país de la ética del “sálvese quien pueda”, haciendo prevalecer en ciudades, pueblos, plazas y calles, por todo lo ancho y largo del país, la ley del más fuerte. Porque han pervertido y prostituido las instituciones.
¿Se puede desmentir al poeta?
Claro que más de algún corazón individual está podrido. Cómo entender que alguien asesine a sangre fría a los padres ante los hijos o a los hijos ante los padres, torturar sin misericordia a otro, arrancarle la vida haciéndole sufrir al límite, degradarle hasta el extremo de desmembrarle, colgarle en la calle, amontonarle en la cajuela de un carro, sembrar de cadáveres la vida…no tener piedad alguna. ¿Por qué se pudre el corazón de la persona? ¿Será, quizá, porque se ha podrido el corazón del país? No lo sé de cierto, pero supongo, diría otro poeta. ¿Es la podredumbre de los corazones personales un contagio de la podredumbre del corazón de este país? No de todos, diré, más sí de muchos. Lo cierto es que no hay corazón que se pudra sin contagio. Y la podredumbre del corazón del país, bien puede contagiar el corazón de la sociedad y el de la persona.
El corazón de este país está podrido… ¿se puede desmentir al poeta?
(Artículo publicado en La Jornada San Luis)