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La simulación como política de Derechos Humanos. Crónica de una farsa.

Hacía las once de la mañana del 25 de octubre, luego de casi una hora en que el auditorio de la Unidad de Posgrado de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí presentaba un desolador vacío, las llamadas telefónicas de la avanzada logística del Gobierno del Estado advirtiendo de la situación, y las consecuentes instrucciones dadas a las dependencias de gobierno cercanas a la zona habían, por fin, dado el resultado escenográfico buscado: lucía lleno.

Precipitadamente empleados de confianza, principalmente -más no en exclusiva- del área de transparencia de las oficinas públicas cercanas a las Lomas, recibieron claras instrucciones de trasladarse al desierto escenario donde daría inicio el autodenominado “Foro Regional de la zona centro-occidente para la consulta ciudadana del Programa Nacional de Derechos Humanos”. Sí, leyó usted bien: “consulta ciudadana” y “derechos humanos”.

No llegaban simplemente, no. Se anotaban en la mesa de registro del evento para dejar constancia ante los organizadores del éxito del mismo.

Minutos antes de que el tumulto de empleados gubernamentales tomará el auditorio (dirían los clásicos: “por asalto”), el escenario era preparado por funcionarios “menores” (sin afán peyorativo) tanto de la Secretaría Particular y la Secretaría General de Gobierno del Estado, así como de la Dirección de Protocolo.

Buena parte de ellos suelen estar metidos hasta las narices (siguiendo el lugar común -que bien podría intercambiarse con la frase: “hasta el tuétano”-) en la única política pública en materia de derechos humanos que ejerce a cabalidad el Gobierno del Estado: la violación de los mismos. Son ellos los que construyen campañas de descrédito a las luchas por la defensa y preservación de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales de los potosinos, arman expedientes para su represión, y cobijan a los cuerpos de seguridad que la ejecutan. Ellos son ahora, nada más ni nada menos que, parte importante de los organizadores y operadores logísticos del pomposo evento autodenominado “Foro Regional de la zona centro-occidente para la consulta ciudadana del Programa Nacional de Derechos Humanos”. Sí, leyó usted bien: “derechos humanos”. Farsa de farsa, simulación de simulaciones.

Claro que tampoco ayuda nada a un foro de esta naturaleza ser presidido e inaugurado por un Secretario de Gobernación que, siendo Gobernador de Jalisco, instruyó a sus cuerpos policíacos a reprimir, detener, torturar y fabricar delitos contra -como testificó en su reporte especial Amnistía Internacional- jóvenes que se manifestaban durante la Tercera Cumbre de América Latina, el Caribe y la Unión Europea en mayo de 2004, para luego justificar los hechos en nombre del orden y el “Estado de derecho”. Bonito foro, entonces ¿no?

El lugar es también espacio propicio para la notoria afluencia de los mismos elementos de seguridad que espían a los disidentes locales, o los reprimen fuera de Palacio de Gobierno o al término de los informes de su excelencia-graciosa-alteza-serenísima-majestad que, ante la ausencia de un título republicano más excelso consiente en hacerse pasar y ser tenido por Gobernador Constitucional de San Luis Potosí.

Él autodenominado “Foro Regional de la zona centro-occidente para la consulta ciudadana del Programa Nacional de Derechos Humanos” debió someterse a los horarios de su eminencia sin importar que la pública -y por ello pedestre- convocatoria al evento señalara marcadamente las diez de la mañana para su inicio, al igual que la confirmación que por correo electrónico enviaran los organizadores de la Secretaría de Gobernación a quienes ilusamente pensamos que las dos palabrejas del autodenominado foro, aquellas que dicen a la letra “consulta ciudadana” fuera eso y no el espectáculo mediático del secuestro discursivo de los derechos humanos, como lo fue en realidad.

El método revela el contenido, por ello me evitaré la referencia al palabrerío que pronunciaron las autoridades del presídium, y que para la ocasión les fuera escrito y proporcionado por sus asesores. Lo haré también por respeto a las palabras que mencionaron sin siquiera entenderlas: “integralidad y transversalidad de los derechos humanos”, “Estado de derecho”, “diseño del andamiaje institucional para la implementación de políticas públicas en derechos humanos”, bla, bla, bla, bla (ad nauseam).

Escenario para la parafernalia y la foto, donde el contenido es lo de menos, sino las formas: mantas, presídium, Gabinete estatal en pleno, invitados especiales, lugares preferentes, bellas y acicaladas edecanes: ornato, finalmente.

Como era de esperarse, para cuando dio inicio la ponencia magistral del Dr. José Barragán el escenario volvió a lucir como al principio: no llegábamos a tres decenas los asistentes. A la una de la tarde, por razones laborales, tuve que marcharme sin presentar la ponencia que había preparado para una de las mesas del foro. Vaya usted a saber quien habría quedado para cuando éstas empezaron. Era lo de menos el show había terminado habiendo cumplido cabalmente con los objetivos reales de sus organizadores: el lucimiento y el autoelogio.

Valga esta crónica como desagravio a los derechos humanos, usados para tan patético espectáculo, y para mi ausencia en el concurso de lectura de Oscar mi hijo menor, al que no acudí por participar en el multicitado foro, perdiéndome, así, el gozo de verle ocupar el tercer sitio.

(Artículo publicado en La Jornada San Luis)


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