Y San Luis ¿qué?
Con independencia de la manera en que evolucionen los acontecimientos en torno a la elección presidencial, es conveniente realizar el análisis de lo sucedido en nuestra entidad en materia de resultados electorales, en aras de prever los escenarios en que habrá de conducirse el ejercicio del poder en la entidad.
De entrada, lo más evidente es el fortalecimiento del PAN que ha ganado el mayor número de puestos de elección directa tanto en el Congreso como en los Ayuntamientos. Es por ello de esperarse que continúe y se agudice la perspectiva conservadora en la política local, así como el matiz discrecional y hasta autoritario del titular del Ejecutivo que no tendrá contrapesos significativos. Es sin duda el Gobernador el más beneficiado con los resultados del proceso local.
Aunado a lo anterior, y como efecto de la campaña federal, es notorio que los grupos empresariales han decidido "salir del clóset" para de manera abierta impulsar sus políticas propias y convertirlas en políticas públicas, apoyando las gestiones que en tal sentido realiza el gobernador-empresario. Veremos una más abierta participación de los grupos empresariales y comerciales del estado en la política local para superditarla a sus intereses económicos cercanos al PAN.
El otro dato significativo de la vida polìtica local es la debacle del PRI y sus efectos. Para muchos era previsible aunque varían las explicaciones y los porqués. En lo que a mi concierne me interesa más analizar los efectos de la debacle priísta que significó el fortalecimiento del conservadurismo panista.
Se confirma así también el carácter conservador del priísmo en la localidad. Cierto es que el voto transferido del PRI al PRD es mayor que al PAN, y que éste último es casi similar al transferido al PANAL, pero el efecto es el mismo: el fortalecimiento del PAN por dos vías, transferencia de votos y obstaculización de otras opciones. El voto por el PRI fue, con excepción quizá de los Ayuntamientos, el voto inútil.
Es difícil suponer que el PRI se constituya en una opción política capaz de articular una oposición o siquiera un contrapeso al conservadurismo empresarial panista. De hecho, tenía más posibilidades de hacerlo durante el periodo 2003-2006 pero prefirió mantenerse en el tradicional servilismo al poder que le ha caracterizado. Hoy con la debacle electoral, seguramente el priísmo se volcará a una reforma interna en medio de luchas intestinas que le dejarán escasas posibilidades de incidir en la política estatal y que habrá de privilegiar la negociación con el PAN.
En el PRD lo que puede observarse es el fortalecimiento de una de las corrientes que en los hechos logró asumir el control de las más significativas decisiones políticas al interior del mismo.
Durante el proceso electoral el PRD experimentó una serie de convulsiones internas significativas. El eje de ellas fue: ¿quién habría de capitalizar localmente el potencial avance que representaría la candidatura de López Obrador?
Inicialmente, el conjunto del perredismo cerró filas para cerrar el acceso a grupos y personas "externas" que pudieran capitalizar el previsible crecimiento político en la entidad. Fue el único acuerdo al que lograron llegar el variopinto de las siempre encontradas corrientes al interior del PRD, era un asunto de sobrevivencia tal y como ellos lo entendían: cerrar espacios para los externos mediante el cierre de filas interno. Una vez logrado, se volvieron contra ellos mismos en una lucha sin cuartel por impedirse avances los unos a los otros, así significara perder las posibilidades mismas de avance potencial en los resultados electorales.
Al final, el voto lopezobradorista no se convirtió en triunfo significativo alguno en el estado, sino lo contrario, pero la encarnizada lucha intestina que vivió el PRD terminó por fortalecer a la corriente dirigente local, en buena medida por la vinculación de ésta con la corriente nacional Nueva Izquierda, mejor conocida como los "chuchos", otra de los grandes beneficiarios del proceso electoral.
Es previsible que el PRD seguirá envuelto en sus contiendas internas por el control del aparato partidista y sus beneficios, y alejado de los procesos políticos y movimientos sociales de la entidad, con excepción de aquellos de corte clientelar que ya están asociados a las diversas corrientes perredistas.
En tales condiciones tampoco es previsible que el PRD pueda constituirse en un contrapeso eficaz al PAN, o ser capaz de impulsar procesos de fortalecimiento de luchas, agendas y demandas ciudadanas.
¿Cómo conformar entonces, desde una perspectiva no partidista, un polo capaz de resistir y constituirse en un contrapeso efectivo al poder? Aquí radica una de las claves esenciales del futuro político de la entidad.
(Artículo publicado en La Jornada San Luis)