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Del proceso electoral

Lo menos que sin duda puede afirmarse del proceso electoral es que en forma alguna se apegó a los criterios de autenticidad, equidad e imparcialidad.

Tales son algunos de los principales criterios universalmente reconocidos en materia electoral que no se han cumplido en el actual proceso mexicano.

No se trata sólo de la jornada electoral como tramposamente quieren enfocarlo los diversos grupos de intereses predominantemente conservadores, que hoy se aglutinan en torno a Felipe Calderón y su partido.

Este es el punto central. Tras de Felipe Calderón y su partido se congregan y expresan los intereses de los sectores más privilegiados de la sociedad. Calderón es tan sólo el personero, de gris y bajo perfil, de los intereses de los grandes capitales tanto nacionales como internacionales, así como de las instituciones del aparato ideológico que construyen, conservan y reproducen las condiciones sociales y culturales que se necesitan para mantener las cosas como están en favor de los intereses y beneficios de las minorías privilegiadas del país. Ahí se encuentran los medios de comunicación más influyentes en la construcción de opinión pública, la jerarquía eclesiástica con sus mecanismos y aparatos de adoctrinamiento, buena parte de las instituciones educativas, las cámaras empresariales y comerciales.

Al ver la posibilidad de que llegara al poder alguien que podía introducir cambios, independientemente de sus alcances o posibilidades de éxito, todos esos intereses que mantienen cotidianos y permanentes vasos comunicantes, así como familiares inclinaciones, desplegaron cada cual a su modo y desde su propio espacio, una estrategia de inducción del voto cuya principal manifestación fue la campaña de miedo al electorado.

No fueron sólo los aberrantes espots televisivos en que se afirmaba que López Obrador era un peligro para México, sino que fue también un trabajo hormiga en que empleadores enviaban comunicaciones a sus empleados alertándolos sobre la pérdida de inversiones de ganar López Obrador, desde mails hasta memorándums. Hasta monjitas colegios particulares preguntaban, por cierto a la hora de pagar a sus empleados, por quién votarían y los invitaban a “reflexionar” sobre el sentido de su voto.

De esta manera y con la abierta animadversión de los poderosos medios de comunicación nacionales y de la Presidencia encabezada por el grotesco Vicente Fox, se crearon las condiciones de inautenticidad e inequidad que caracterizan al proceso electoral, que no sólo a la jornada electoral.

La falta de autenticidad y equidad del proceso electoral no se encuentra en ninguna de las actas de la jornada electoral, pero su huella se encuentra en los medios de comunicación y las actuaciones de la Presidencia, el PAN, los gobiernos panistas, los órganos empresariales y la complacencia del IFE.


En las actas electorales de la jornada del 2 de julio se encuentran entre sí, inconsistencias y errores que afectan el resultado de la elección. Por ejemplo: el día del conteo distrital se abrieron en todo el estado 23 paquetes por diversas causas, y en dos de ellas se detectaron inconsistencias en el conteo realizado durante la jornada. Lo mismo ha sucedido a lo largo y ancho del país. Por eso es que se solicita al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que se realice un nuevo conteo, porque no todas las actas reflejan el contenido del paquete electoral, tanto por inconsistencias aritimétricas y errores involuntarios, así como por posibles intenciones de favorecer alguna candidatura y perjudicar otra. Por lo que sea, el hecho es que una elección que se define por un margen tan estrecho deben disiparse todas las dudas, tanto las razonables como aquellas que sean resultado de la pasión electoral del momento. ¿Por qué no hacerlo? Esto en lo relativo a la jornada electoral.

Volviendo al proceso en su conjunto, papel aparte pero importante jugaron Patricia Mercado y su partido, Cuauhtémoc Cárdenas y Marcos, que terminaron siendo piezas útiles de la derecha y sus intereses.

Como quiera que sea, la situación que hoy prevalece es la polarización social que el PAN despertó a través de su campaña de miedo y odio. Como aprendices de brujo, Felipe Calderón y su equipo, deberían enfrentar el costo de su irresponsabilidad desplegada en aras de una cuestionada victoria electoral pírrica y que lo deslegitima. Ojalá sólo ellos tuvieran que pagarlo, lo lamentable es que todo el país lo hará.


(Artículo publicado en La Jornada San Luis)


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