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Cerro de San Pedro: 414 años de historia e identidad

Un día como hoy, cuatrocientos catorce años atrás, el poblado de San Miguel de Mexquitic era todo agitación, por lo menos entre los españoles que le habitaban. Los preparativos no hacían más que aumentar la expectación que se apoderaba del ánimo de los vizcaínos, vascos, castellanos y hasta portugueses que se habían hecho a la mar hacía tiempo para hacer fortuna en las Indias, sin particular suerte para entonces. Pero las noticias parecían aventurar que, finalmente, estaba por cambiar su suerte.

Al siguiente día o a más tardar al otro emprenderían la expedición con rumbo a aquellos cerros que se alzaban después del valle en dirección oriente. Allá era donde un guachichil de la región, que algunas crónicas llaman Gualiname, había señalado al responder dónde se había untado por toda la piel aquella pasta de lodo que destellaba el característico brillo áureo.

Los españoles y sus hijos mestizos eran diestros en reconocer el oro. No se diga los que habitaban Mexquitic, paso obligado del camino que conducía a Zacatecas, en donde varios de ellos habían vivido anteriormente. Cuando pocos días antes el natural señaló al oriente del valle, los españoles prepararon la expedición.

Entre la noticia y la expedición formal que se preparaba, un mestizo hijo de madre chichimeca, el Capitán Miguel Caldera, la autoridad real más importante de la zona debido al nombramiento del propio Virrey con el cargo de Justicia Mayor hacía dos años, a la par de ser sumamente respetado por los propios guachichiles, se dio tiempo para ir a explorar la zona pues fue a él precisamente a quien le informaron, bien sea de manera directa o a través de un fraile, del esperanzador indicio. Tomó algunas muestras que confirmaron el potencial de riqueza del lugar, pero había que realizar la formal expedición para "denunciar" y reclamar los hallazgos así como tomar posesión del terreno, tal y como lo establecía la legislación y la costumbre del reino. Su visita previa al lugar no dejaba de ser un riesgo, más aún porque la realizó sin todo el apoyo requerido para internarse en la quebrada del arroyo que conducía al punto. Bordeado por elevados cerros y colinas era un paraje ideal para alguna emboscada. No ignoraba el Capitán que esa zona en particular era un reducto en el que los guachichiles regularmente encontraban venados de fácil captura para sus veloces y mortales flechas, que tras cientos de años les habían convertido en los más certeros flechadores de todos los que habitaban la frontera norte del reino. Pero el carácter de Miguel era así, forjado por los cuarenta y tres años de vida en la frontera chichimeca de la Nueva España.

Miguel planeó bien las cosas con el grupo de amigos, empleados y asociados de San Miguel Mexquitic. Había que dejar cierto resguardo en el poblado siempre en riesgo de ser atacado, a pesar de su estratégica ubicación que le hacía de difícil acceso o, por lo menos, bastante defendible de los asaltos. Y había que hacer también los debidos oficios para acreditar legalmente el descubrimiento.

Sería la casualidad o un designio, pero había varios Pedros entre los amigos y asociados de Miguel: Pedro Benito, Pedro Suárez, Pedro Gómez Buitrón y Pedro de Anda, además de Antonio Gómez de Mojica, Gregorio de León, Juan de la Torre y, de último momento, Cristóbal de Jerez que recién llegaba de Zacatecas. La predominancia del nombre de Pedro jugaría un importante papel al otorgarle oficial nombre al lugar. Por si fuera poco tal era también el nombre del padre de Miguel Caldera.

En los preparativos demoraron un día más, por lo que no fue sino hasta el cuatro de marzo que cruzaron en dirección oriente el valle que se interponía entre San Miguel y la meta, pasando tal vez por el pequeño puesto de San Luis, asentamiento que, en lo que hoy es la Plaza de Los Fundadores, era habitado por algunos cuantos guachichiles. Aunque ello suponía una pequeña desviación. Empero, Miguel no los acompañaba, junto con el escribano Francisco Beltrán se quedó en Mexquitic. Gregorio de León era el comisionado de Miguel para reclamar a su nombre los terrenos previamente seleccionados. Fielmente cumplió el encargo su asociado. Nada se dejó al azar.

Un poco antes de mediar el día llegaron al punto. La sombras de los mezquites y el agua que corría el arroyo que serpenteaba entre los cerros debió ser un remanso.

En la estribación de un cerro, Gregorio espueleó con violencia su montura para superar la tupida y espinosa vegetación del cerro, y un poco por arriba de su mediación realizó el primer denuncio en nombre de Caldera: todavía se conoce la mina como "La descubridora" y aparece en el escudo de armas de la ciudad y el estado de San Luis Potosí. Más abajo, hacía la derecha viéndola de frente, el segundo reclamo: la Guachichila. Luego los demás hicieron lo propio. Ni duda cabe que el liderazgo de Miguel era cabal en el grupo.

Pedro de Anda bautizó al cerro poniéndole el nombre de su propio santo: San Pedro. Seguramente contó con el beneplácito de los tres restantes. Miguel le añadiría después a las minas el nombre de Potosí aunque, finalmente, este se transpoló al poblado de San Luis a cuyo lugar debieron trasladarse y asentarse las haciendas de benefició del mineral de Cerro de San Pedro por falta de agua suficiente para tal labor, nueve meses después. Tal fue el parto de nuestra ciudad.

Al mediodía, luego de las denuncias y reclamos de las respectivas minas, cuando el sol más abrasaba los descubridores se protegieron en una caverna donde redactaron una declaración formal de los hechos. Bajaron a comer y por la tarde volvieron a Mexquitic en donde Miguel y el escribano habían dispuesto todo para que aquella misma noche registraran formalmente los títulos de propiedad. Fue un día redondo. Fue el día en que todo comenzó.

Nadie en el pueblo de San Luis Minas del Potosí olvidó su origen y cuna, ni el más descastado. Ello quedo en claro cuando sesenta y cuatro años después sus vecinos solicitaron al Virrey otorgarle el título de ciudad, con su respectivo pago de tres mil pesos, por lo que el funcionario real al otorgarle el escudo de armas asentó que "...en conformidad con lo que esta parte se ha conferido y poniendo la consideración en que el origen y principio nació del dicho Cerro de San Pedro y que la advocación de esta república es del bienaventurado San Luis, a quien tienen por su patrón, su Merced le da y señala por armas a la dicha Ciudad un cerro en campo azul y oro y con la imagen de San Luis en su cumbre."

Ciento sesenta y nueve años después, nadie dudó en otorgar dicho escudo al naciente estado del independiente país, pues para entonces se había construido una identidad cultural regional propia plasmada, de manera tangible en el antiguo escudo de armas otorgado a la ciudad.

Hoy, a cuatrocientos catorce años de aquél día del "origen y principio", Cerro de San Pedro patrimonio cultural, histórico y natural de todos los potosinos y potosinas enfrenta un grave riesgo de destrucción ante el proyecto minero impulsado por la empresa subsidiaria canadiense Minera San Xavier, ya que dicho proyecto supone la destrucción del paisaje cultural, bien incluido en el patrimonio cultural, en los términos definidos por el Centro del Patrimonio Mundial de la UNESCO.

Para ello ha contado con la protección y complicidad de los gobiernos federal, estatal y municipal, indistintamente emanados del PRI, el PAN y el PRD, algunos de ellos.

Un grupo de ciudadanos -que tampoco hemos olvidado el "origen y principio" de un día como hoy- con favorables resoluciones judiciales, que se niega a cumplir la empresa extranjera y que tampoco hace cumplir la autoridad, hemos sostenido una larga lucha desde hace diez años. De no haber sido así poco menos o nada quedaría hoy de Cerro de San Pedro.

Cuatrocientos catorce años de historia y cultura que nos disponemos a celebrar este fin de semana en el marco del V Festival Cultural de Cerro de San Pedro, en ese mismo paisaje agreste que vio llegar a Miguel, primero, y luego a sus hombres, para comenzar a forjar la trama de la historia que nos tiene hoy aquí. Ese día fue el del origen y principio.


(Artículo publicado en La Jornada San Luis)


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