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¿Vuelta al autoritarismo?

  • Martín Faz Mora
  • 19 ene 2006
  • 4 Min. de lectura

En mi anterior colaboración planteaba la posibilidad de que el proceso electoral de este año pueda significar una regresión al autoritarismo, lo cual sería grave para el proceso político del país. El retorno al autoritarismo es un escenario posible por varias vías, más no inevitable.

La primera y más evidente sería la del triunfo electoral del PRI. A pesar de la derrota electoral del 2000 el PRI no se colapsó, debido en parte a la incapacidad del PAN y del PRD de establecer una alianza para la reforma del Estado que consolidara la transición democrática, y la decisión del foxismo de preferir aliarse con el PRI. Lo anterior le permitió al PRI recomponerse, más no transformarse. La recomposición se ha realizado al más puro estilo autoritario, antidemocrático y corrupto que le caracterizó. El liderazgo de Madrazo es la irrefutable prueba de ello. El único escenario posible con la victoria electoral del PRI es la vuelta al sistema autoritario, antidemocrático y corrupto que encabezó, agravado por el perfil cada vez más gangsteril de sus anquilosados cuadros dirigentes.

Pero el triunfo del PAN también puede redundar en una regresión al autoritarismo en el sentido de acentuar algunos rasgos ya existentes a su interior.

Desde luego que el autoritarismo del PAN tiene matices al compararse con el del PRI. El autoritarismo panista, del que Marcelo de los Santos es un magnífico ejemplo, se caracteriza por su insensibilidad política, el desapego al estado de derecho principalmente manifestado en la impunidad, la discrecionalidad ramplona y la opacidad en el manejo de los recursos públicos, la proclividad a coludir los intereses públicos con los negocios particulares -propios o ajenos-, el predominio de la imagen mediática antes que el de las agendas políticas necesarias y sentidas de la población, y -en general- el reforzamiento de la verticalización del poder.

Ni que decir en el ámbito económico. Simple y sencillamente el PAN ha representado la continuidad de una política económica del todo ineficiente en materia de dotar a la población de desarrollo y equidad.

Ahora bien ¿Puede el triunfo de la izquierda electoral, a través de la coalición PRD, PT y Convergencia significar una regresión al autoritarismo?

De tiempo, el PAN ha manejado la especie de una "refundación del PRI a través del PRD". Algunos analistas serios también proponen la tesis con ciertos y significativos matices. Al interior de la propia izquierda electoral se señala de manera un tanto soterrada, aunque en ocasiones se utiliza como excusa para justificar su incapacidad de conformar una presencia política con consistencia propia, que ha traído aparejada su desplazamiento de la burocracia y los cargos partidistas. Ni que decir de la izquierda no electoral que es aún más crítica como lo demuestra el discurso zapatista, que mete sin distingos a toda la clase política en el mismo costal.

Como es públicamente conocido, algunos reconocidos cuadros priístas han pasado a las filas del PRD y hoy juegan un importante papel en torno al candidato de la coalición que encabeza Andrés Manuel López Obrador. Como es de esperarse debe haber de todo: cuadros valiosos y preparados, así como lastres e inercias del autoritarismo priísta.

Cabe señalar que la izquierda histórica -electoral o no- tampoco es ajena a sus propios autoritarismos, hija como es del "centralismo democrático" leninista y de las piramidales estructuras organizativas que aspiraban a la toma del poder por cualquier medio, más aún por la vía de las armas, lo que supuso la creación de cuadros militares verticalmente conformados, que dieron origen a terribles y sangrientas purgas en los propios grupos guerrilleros.

El punto es analizar si efectivamente se está dando una refundación del PRI a través de la izquierda electoral, particularmente del PRD, que permita avizorar una regresión al autoritarismo en caso de su probable triunfo en los próximos comicios.

Hace algunos días, Martí Batres, a quien no pueden negársele credenciales en la izquierda electoral, hacía alusión a una reflexión de Octavio Paz formulada en 1978, en la que éste se lamenta por la inexistencia, en el panorama político mexicano, de una tradición socialista democrática, sin embargo Paz realiza una acotación: "hay, sin embargo, otro remedio, pero es un remedio visto con horror por la clase política mexicana: dividir al PRI. Tal vez su ala izquierda, unida a otras fuerzas, podría ser el núcleo de un verdadero partido socialista".

Batres concluye que tal proceso es justo lo que está ocurriendo ahora: "En 2006 puede conjugarse un gran movimiento en el que confluyan aquellos que desde el partido de Estado buscaron reconstituir el Estado Social sin lograrlo; aquellos que se organizaron políticamente para luchar contra el partido de Estado; y otros más que aparecieron en la lucha política de manera independiente encabezando los movimientos sociales y ciudadanos. Así podría coronarse la profecía de Octavio Paz, culminar la formación de un gran partido de izquierda y ganar la dirección del país en favor de una orientación que sea al mismo tiempo profundamente social y profundamente democrática".

El análisis y el anhelo bien pueden ser acertados, pero es importante que se conserve al interior de esta amalgama un adecuado equilibrio que permita darle una orientación efectivamente democrática evitando la tentación del autoritarismo, así como el decidido compromiso por el establecimiento y el respeto de un estado de derecho que cierre de manera definitiva la posibilidad de una vuelta al pasado autoritario.


(Artículo publicado en La Jornada San Luis)


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