2006, el año que viviremos en peligro
Este año estará inevitablemente marcado por los procesos electorales. Destaca la contienda presidencial porque, nunca como antes, será reñida.
Si bien ya el proceso presidencial anterior resulto competido, por primera vez la competencia se dará no solo entre dos fuerzas sino que ahora serán tres las fuerzas políticas con posibilidades de triunfo según los distintos escenarios que se presenten.
Con independencia de la contienda electoral es importante analizar el proceso político del país en el cual se inscribe tal competencia, para entender lo mucho que está en juego para este año político-electoral.
Ante todo debe considerarse que el sistema político mexicano aún no consolida una democracia moderna que ponga las bases para la vigencia efectiva del estado de derecho. Esto es así porque, si bien, se derrotó en las urnas al sistema autoritario del PRI que dominó la escena durante siete décadas, los actores del cambio, la oposición del PAN y el PRD no supieron concertar un acuerdo político que definiera las reformas necesarias para liquidar el autoritarismo y la posibilidad de restauración del mismo.
Aunque fue la izquierda quien asestó el primer golpe que cimbró al sistema autoritario priísta en 1988, el sistema logró recomponer las cosas a través del reforzamiento autoritario de Salinas de Gortari y la implementación de una política económica que tuvo temporalmente satisfecha a la iniciativa privada y a la derecha política (PAN), quienes operaron de aliados durante el último tramo del priísmo. La debacle económica del 94 dio pie a que la derecha política se enfilara hacia la presidencia prescindiendo del PRI.
La izquierda política que ha optado por la participación electoral y dejado de lado el recurso revolucionario, entendido como el asalto al poder mediante mecanismos no electorales, no logró capitalizar los anhelos de cambio de la sociedad mexicana por distintas razones, tanto por los ataques externos del salinismo -en su momento- como por las graves contradicciones y permanentes e insalvables divisiones a su interior.
El triunfo del foxismo no fue bien entendido ni suficientemente valorado por la mayoría de la izquierda. Tampoco por los propios beneficiarios del triunfo que prefirieron aliarse al PRI para concertar las reformas, principalmente de carácter económico, en lugar de hacerlo con el PRD. Éste tampoco consideró tal posibilidad. De esa forma le proporcionaron oxígeno al instrumento del sistema autoritario y corrupto, el PRI, que hábilmente logró recomponerse evitando su debacle, reforzando a su interior una estructura piramidal, corrupta, autoritaria y antidemocrática cuyo principal ejemplo es Roberto Madrazo su actual candidato.
Así las cosas, entre otras, este año electoral se juega -por lo menos- la posibilidad de consolidar el proceso democrático del país o la restauración del sistema autoritario.
Los escenarios para cualquiera de las dos posibilidades no se agotan con el mero triunfo de uno de los actores políticos sobre el resto. Ya que el triunfo de la derecha, a través del PAN, puede significar lo uno o lo otro. La misma posibilidad puede ocurrir, bajo determinadas circunstancias, con el triunfo de la izquierda a través del PRD. Solo en el caso del triunfo del PRI el único escenario previsible sería la vuelta al sistema político autoritario y corrupto, en una versión mas corrosiva y degradante todavía.
Lo deseable, desde luego, es que el próximo proceso electoral conduzca a la postergada consolidación del proceso democrático y la liquidación definitiva del sistema autoritario.
¿Cuál de los actores, para el caso el PRD y el PAN, ofrecen cierta "seguridad" o indicios, más o menos confiables, de que su triunfo electoral se convierta en un decidido paso en el proceso de consolidar la democracia, instaurar el estado de derecho y evitar la restauración autoritaria? He aquí el dilema, parafraseando a Shakespeare.
La respuesta merece un análisis y consideraciones que superan las posibilidades de este espacio, y que abordaré en siguientes colaboraciones.
(Artículo publicado en La Jornada San Luis)