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Más de Policías

En mi anterior colaboración comentaba sobre las graves inercias que los cuerpos policíacos continúan arrastrando, y nada tarda ni perezosa la realidad vino a confirmarlo. En tan solo una semana dos hechos evidenciaron la descomposición de los cuerpos policíacos del estado y la incapacidad de las estructuras gubernamentales en evitarlo.

La primera ocurrió en el vecino estado de Tamulipas cuando dos agentes de la Policía Ministerial -antes Policía Judicial- fueron detenidos por el intento de plagio de un comerciante involucrado en un litigio contra el hijo del Gobernador del Estado. Al ser detenidos por sus homólogos tamaulipecos argumentaron actuar por instrucciones del Gobernador del Estado. El gazapo no fue oficialmente reconocido por la Procuraduría de Justicia vecina, menos por la potosina, pero pinta por completo el modus operandi característico de las corporaciones policíacas que, lejos de ser órganos profesionales de investigación, se convierten en el brazo ejecutor de los designios del poder, con lo que vienen a mostrar su verdadera función represiva y el más absoluto desapego, no solo a los procedimientos de colaboración entre policías de distintas entidades, sino al estado de derecho mismo.

El sistema autoritario, que no ha quedado desarticulado del todo, requería este tipo de servicios de las corporaciones policíacas. Toda vez que el estado de derecho era una mero planteamiento retórico propio de campañas electorales y discursos largos y encendidos para la adulación pública, lo que menos importaba era adecuar la labor policíaca a la ley. Cuerpos represivos eran los requeridos, no órganos investigadores profesionales, de hecho cualquier tipo de investigación seria, a fondo y profesional causaba suspicacias en el país del nunca pasa nada. Claro que se requerían encontrar culpables para el consumo público y para generar esa aparente sensación de seguridad ciudadana, pero encontrar culpables es de lo más fácil, basta con fabricarlos. El mercado abunda. Tal era la especialidad de los policías. La fabricación de culpables era y es el único asunto de especialidad profesional de la policía al servicio del autoritarismo. El resto del tiempo lo dedicaban a otros asuntos también requeridos por el poder: mantener un nivel delincuencial aceptable. Ello requiere la involucración de elementos de los cuerpos policíacos en actividades criminales, no para efectos de investigación desde luego, sino de control social. Para ello tanto policías como superiores requieren hacerse de la vista gorda y tolerar ciertos niveles de corrupción al interior de lo cuerpos de "seguridad". De aquí que el perfil policial no parecía tener una clara frontera con el criminal, sino más bien de complementación.

Y así también nos enteramos que otro policía de la Ministerial lleva más de un mes arraigado por la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), de la Procuraduría General de la República, pues se le investiga por el robo de autos, una de las más lucrativas actividades junto con el secuestro, a la que suelen dedicarse también agentes policíacos a lo largo y ancho del país. Pasar de policía a criminal no es difícil, ni tampoco lo contrario.

¿Por qué administraciones viene y van, sin que ninguna se decida a realizar las reformas estructurales en materia de cuerpos policíacos y administración de justicia, en general? Ante todo, creo que nunca se lo han planteado. Han preferido una estrategia de simulación y de esconder el polvo bajo la alfombra. Tal vez hasta lleguen a pensar que tales reformas son irrealizables y que no hay que meterle dinero bueno al malo. Además lucen más los puentes y distribuidores, los equipos deportivos profesionales y los concursos de belleza.

Pasa lo mismo que con los antiguos y colapsados drenajes de la ciudad: ningún gobierno quiere entrarle a fondo en su reestructuración porque es dinero literalmente enterrado que no se ve. Pero los drenajes, además de mal olor, cuando colapsan generan graves problemas que afectan a amplios sectores sociales.

(Artículo publicado en La Jornada San Luis)


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