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La impunidad según Marcelo

Lamentable es el calificativo que encuentro para definir la respuesta que Marcelo De los Santos diera ante el Congreso; respecto de los acontecimientos represivos del pasado 30 de septiembre al término ·de su informe y en el que fui directa e intencionadamente agredido por integrantes de los cuerpos de seguridad del estado, a su servicio.


El, por sí y ante sí, ya determinó que no hubo represión alguna, justificó la agresión de los policías en mi contra y culpó directamente de lo sucedido al diputado Eduardo Martínez Benavente.

Son tan deleznables los argumentos vertidos verbalmente por Marcelo De los Santos, que no vale la pena siquiera detenerse en ellos.


¿Qué puede esperarse entonces de la averiguación previa que debe realizar el Ministerio Público, ante la denuncia que interpuse por lo sucedido, si ya el gobernador, superior del procurador, determinó que no hay agresión alguna?


Unas horas antes, el procurador de Justicia del Estado y el secretario de Gobierno, ambos subalternos de Marcelo de los Santos, me aseguraban la realización de una investigación seria y a fondo. Yo les expresé mis dudas, dado el patrón de encubrimiento que el propio Ministerio Público suele aplicar a todos los asuntos en que los demandados son policías o autoridades. Se los dije no por mero escepticismo, sino como resultado de quince años de experiencia en el activismo de los derechos humanos, tiempo en el cual he conocido de innumerables casos de impunidad en los que las instituciones procuradoras y administradoras de justicia encubren a todo tipo de autoridades violadoras de los derechos humanos. Ambos dijeron que no sucedería algo así.


Sus palabras y promesas han quedado contradichas por su superior, el gobernador Marcelo de los Santos, con distancia de muy pocas horas.

Días antes también los subalternos del Procurador mostraron cuál será el verdadero camino de mi denuncia presentada el pasado 30 de septiembre y ampliada el 7 de octubre: cuando acudí en segunda ocasión el agente del Ministerio Público que recibió originalmente mi denuncia se negó a recibir la ampliación argumentando que ésta había quedado radicada en el turno de la tarde, lo cual no dejó de sorprenderme, ya que finalmente él podía y debía recibirla pues el Ministerio Público es una institución, dicen los clásicos, una e indivisa. No quise discutir ni ver “moros con tranchetes”, apaciblemente regresé por la tarde para llevarme la sorpresa, hasta en dos ocasiones, de que la mesa siete estaba cerrada. Hubo que recurrir al procurador, que tampoco estaba, por lo que su secretaría me remitió con el director de Averiguaciones Previas, a quien había buscado antes también de manera infructuosa.


Con todo y órdenes específicas de éste último, de nuevo otro agente del Ministerio Público se negó a recibir la ampliación. Hubo que peregrinar a otra mesa la número tres, del MP para que finalmente luego del laberinto burocrático pudiera ampliar mi declaración en la que aporté los distintos videos que confirman que la agresión de que fui objeto fue directa, intencionada, injustificada y con violencia desmedida.


Pero nada de eso pasó, según Marcelo De los Santos.


El Mensaje para los cuerpos policiacos y represores es claro: pueden reprimir como quieran, donde quieran, cuando quieran y a quien quieran, nada pasará. Marcelo se encarga.


La impunidad, abierta invitación a la represión, corre por su cuenta, porque él es grande


(Artículo publicado en La Jornada San Luis)


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