Nueva Orleans y el mundo del ¡Sálvelse quien pueda!
Mucho se ha escrito y dicho respecto a que la magnitud de la tragedia se agravó por la negligente y tardía actuación del gobierno de Bush. Sin embargo es preciso considerar que tal actuación no es resultado de una sorpresiva coyuntura originada por el fenómeno natural de Katrina, sino el resultado de una política consentida y propiciada por las élites capitalistas de todo el planeta, para desmantelar el Estado, presuntamente por costoso e ineficiente, en beneficio del libre mercado movido por la búsqueda del beneficio individual que, dicen sus multimillonarios y beneficiados impulsores, acabará por beneficiar a toda la sociedad en su conjunto de forma más "racional" y óptima de como lo hace el Estado. Hasta aquí la teoría, o mejor dicho, la ideología.
Los hechos indican que no es cierto, y Nuevo Orleans con su destrucción y su tragedia, es ahora una dramático y desgarrador ejemplo de que ni siquiera en los propios Estados Unidos de Norteamérica, se pueden esconder las consecuencias del proyecto de sociedad y mundo que impulsan los grandes intereses capitalistas.
¡Sálvese quien pueda! es la verdadera política que promueven Bush y las grandes multinacionales a las que representa, y que ya se aprestan a financiar "generosamente" fondos para los damnificados, lo cual les redundará en magnífica publicidad, una especie de "teletonsote", en donde hasta la ayuda humanitaria es objeto de lucro, eso sí bajo el disfraz de la filantropía, que en el capitalismo de hoy no es sino un eufemismo para decir: caridad.
¡Sálvese quien pueda! es lo que verdaderamente querían decir las autoridades federales, estatales y locales cuando ordenaron la evacuación de Nueva Orleans y la zona afectada, ya que tal invitación no estuvo acompañada de un operativo para movilizar a los afectados, convencidas las autoridades de que, todos y cada uno de los habitantes del "sueño americano", gracias al libre mercado disponen de recursos propios para hacerlo.
¡Sálvese quien pueda! Cada cual diseñe su plan de salida y disponga de sus propios medios, tal y como el libre mercado aconseja y dispone. Ni modo de movilizar con recursos del estado a tantas miles de personas, eso atenta contra el libre mercado. El mayor ejemplo de ello es que solo el gobierno cubano, enemigo a ultranza del libre mercado, se atrevería a hacerlo, como cuando el año pasado ante la amenaza de un huracán movilizó a 1.3 millones de pobladores, el diez por ciento de la población de la isla, mediante un operativo colectivo, estatista y populista con el que se evito la pérdida de una sola vida humana, pero se lastimó al libre mercado.
¡Qué hermoso es eso del libre mercado! en el cual cada individuo persigue sus propios intereses, y en la búsqueda individual del conjunto de la sociedad, se armonizan de tal forma que todos quedan satisfechos y contentos, sin necesidad de la ayuda externa y costosa del estado o el gobierno. Ahora bien, si esto falla por la negligencia o terquedad de algunos individuos, aún quedan las grandes corporaciones que con generosidad harán actos publicitados de filantropía.
¡Sálvese quien pueda! Que cada cual busque su propio servicio de seguridad social y salud de entre tantos que el mercado ofrece, gracias a los filantrópicos empresarios que arriesgan su capital en tal segmento del mercado. Destinemos así menos recursos a los hospitales públicos y los sistemas de seguridad social. Ya que imponer un solo tipo de servicio médico o de seguridad social financiado por el estadio atenta contra la libertad de elección del individuo, base y sustento del libre mercado. Y los recursos que dejen de destinarse para ello dirijámoslos al esfuerzo de expandir el libre mercado en Irak o cualesquier otro lugar que fuese necesario. Cuando llegue el momento, como ahora con Katrina, cada cual acudirá al servicio médico y de seguridad que haya elegido libremente.
Hace algunos años en una conversación con Claudio Grossman, quien luego fuera presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, me decía: "el neoliberalismo no tiene un proyecto para los pobres, lo único que les ofrece es una pala para que se entierren solos, y de esa manera no le cueste un centavo al libre mercado".
Katrina ya les ha hecho parte del trabajo, ahora quedan las aportaciones filantrópicas para acallar la concienica, pero a la vuelta de la esquina el mundo del ¡Sálvese quien pueda! continúa siendo promocionado e instalado por los grandes intereses económicos.
(Artículo publicado en La Jornada San Luis)