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Danza macabra y presupuesto

En sinnúmero de ocasiones el espectáculo de la vida política aparece deplorable, entre otras cosas, por los intereses de pequeñísimos pero poderosos grupos que le conducen. En tal asunto ocupa principal y lamentable lugar la forma en que un reducido grupo de personas se ponen de acuerdo para definir ante sí y por sí el destino de los recursos públicos.

Entonces, la danza de los miles y los millones transita cual danza macabra medieval abriéndose paso en medio de poblaciones desoladas por la peste negra. Y, como tales moribundos, la ciudadanía queda como mero espectador da tan siniestro carnaval, con escasa o nula conciencia de que todo el entramado y la utilería de la puesta en escena, tanto de la danza como de sus consecuencias será cargado a su cuenta o, en caso de no sobrevivir a la peste lo cual es harto probable, a la de sus sobrevivientes.

El espectáculo es representado por compañías varias a lo largo y ancho del país, ya que la federación, el estado y cada uno de los municipios es escenario de su propia y singular danza, con sus esperadas disimilitudes escenográficas en cuanto a la calidad, costo y gusto. Pero indefectiblemente la trama del espectáculo y su conclusión es similar, pues la voracidad con que se realiza la rebatinga es semejante aquí y allá.

Íconos del arte apocalíptico, las danzas macabras proliferaron en el arte medieval luego del dantesco escenario en el que se convirtió Europa cuando en 1348 fuera asolada por la peste bubónica y el consecuente descenso demográfico que, en cincuenta años, redujo de ochenta y cinco a solo cuarenta y cinco millones de habitantes el continente.

Así, ahora, las millonarias cifras que se disputan en los cerrados círculos del poder que verdaderamente deciden los destinos, entre otros los del presupuesto público, avanzan a través del desolado paisaje del desempleo, los bajos salarios, el deterioro de la infraestructura social del país, y la corrupción de nuevo cuño, bajo la consigna del ¡sálvese quien pueda! Para el conjunto de la población, en calidad de espectador moribundo de la danza macabra, solo queda el azoro ante la magnitud de las cifras, difíciles de imaginar siquiera en la mayoría de los casos, y que contrastan con la cotidiana escasez a la que se ha habituado.

Sobreviviente a la catástrofe sanitaria medieval, así como a la cosmovisión que le dio origen, el género de la danza macabra se convirtió también, y oportuno es dar cuenta de ello, en una crítica al poder económico, político y social a través de una representación plástica y literaria del poder igualador de la muerte en el contexto de una época de gran injusticia y desigualdad social.

A los lectores se les advierte que los personajes y situaciones que en él se recrean son ficticios, menos la muerte y, que cualquier parecido entre las épocas aquí referidas es mera coincidencia.

P.D. Me congratulo con todos los que han hecho posible este sexto aniversario de "La Jornada de San Luis".

(Artículo publicado en La Jornada San Luis)


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