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Bush y los heraldos negros

"Serán talvez los potros de bárbaros atilas;

los heraldos negros que nos manda la muerte"


-César Vallejo-



A la par que revienta el anacrónico sistema electoral de los Estados Unidos de Norteamérica, lo hacen las expectativas de un pequeño cambio en el orden mundial.

Tales expectativas, cifradas en la derrota de Bush y en las débiles diferencias que significaría la llegada de Kerry al poder, tal vez fueron infundadas. Pero, en todo caso, los resultados de la elección presidencial en Estados Unidos revelan que el poder que verdaderamente mueve a este planeta posee una extraña y contradictoria racionalidad.

Hace tiempo dejé de creer en "la racionalidad", entendida como si los seres humanos tuviésemos una sola y común forma de pensar, percibir, valorar y crear.

Me he adscrito por propia voluntad a una forma de racionalidad que discrepa de la visión y los valores promovidos por gente como Bush, y otros tantos líderes mundiales, nacionales y locales. Y, en definitiva, hay formas de racionalidad que no entiendo como las del fundamentalismo de todo tipo.

No por ello las tacho, sin más, de irracionales. Procuro discernirlas, desmenuzarlas, valga la expresión: rumiarlas, pero su sabor no me invita a tragarlas.

Pondero como importante que lo único que puede mitigar el enfrentamiento entre dos o más racionalidades contrapuestas es la tolerancia y la simpatía por el otro. Sin embargo tengo la impresión, como un cierto sabor a heraldo negro vallejiano, que el mundo se ha convertido en rehén de formas de racionalidad intolerantes y violentas, incapaces de sentir simpatía por otras maneras de pensar, percibir, valorar y crear.

El problema no sería tan grave ni de repercusiones tan lamentables en el ámbito planetario, si tales formas de racionalidad fueran capaces de frenar su carácter expansivo, resultado de su actitud militante y fundamentalista. En efecto, son una especie de hoyo negro que engulle todo lo que está a su alrededor, y pareciera que la eliminación moral, económica, física y racional del otro es su condición necesaria de preservación.

El triunfo de Bush, como lo entiendo, no es el resultado de la "irracionalidad", o de una "disfunción del orden social". Es la comprobación del triunfo de una racionalidad depredadora azuzada por el temor, y con escasas formas internas y externas de control

Otro mundo es posible, sí. Aunque el escenario previsible de lo sucedido, coincidentemente con el día de muertos, en Estados Unidos, no nos conducirá a él.


(Artículo publicado en La Jornada San Luis)


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