Fox y la dilapidación de la esperanza
La esperanza muere al último, dice el refrán. La frase resalta el carácter temporal de la esperanza, y por lo tanto su finitud.
Es de hecho la conciencia de la temporalidad asociada a la precariedad el fundamento de la esperanza.
El tiempo, esa dimensión del ser y el existir que atraviesa nuestra vida, así como la conciencia de su finitud crean una tensión que se resuelve en la esperanza. Paul Ricoeur lo dice así: "La experiencia específica de la finitud se presenta al mismo tiempo como una experiencia correlativa de limitación y trascendencia del límite".
Temporalidad y esperanza están íntimamente vinculadas, particularmente por lo que se refiera al futuro posible, a lo que se puede llegar a ser.
De hecho, la esperanza es la perspectiva de futuro, la interpretación del mañana. Pero no de cualquier futuro, sino del futuro deseado. Y tampoco del futuro genérico, sino del futuro que será vivido por quien lo espera. En términos económicos Keynes lo dejó en claro: el crecimiento económico no puede ser planteado para el largo plazo, porque en el largo plazo todos estaremos muertos.
Tiempo, finitud, expectativas y posibilidades son los elementos de la esperanza.
Los seres humanos solemos preferir la esperanza a la incertidumbre, la angustia, o el temor que son otras formas fácticas, de entre otras muchas, de enfrentar el futuro.
Hay de Esperanza a esperanzas, por supuesto. La Esperanza -con mayúscula-, en cuanto elemento de la conciencia temporal y finita de la vida personal y social, suele acompañar con diversos tonos nuestro camino por el tiempo que nos ha tocado. Pero hay esperanzas específicas que, como todo lo que es atravesado por el tiempo, tienen un inicio y un fin.
La esperanza foxista ha tocado a su fin. Nos lo dice, no su cuarto informe del que poco se puede reparar, sino la realidad.
Estos cuatro años bien pueden calificarse como los de la dilapidación de las esperanzas. De aquella euforia del 2000, que generó expectativas para muchos, poco o nada queda. Ni siquiera para los propios panistas o aquellos sectores políticos, sociales y económicos que consideraron a Fox como una posibilidad de cambio para el corto y mediano plazo. El largo plazo, a pesar de lo que dijo Keynes, es ahora objeto de mercadería política, sobre todo para el PAN, y será sin duda mercancía electoral del próximo proceso electoral federal.
El que poco o nada quede de las expectativas iniciales no significa la inexistencia de beneficiados del foxismo. El panismo potosino, con sus diferencias y desencuentros internos, es la más elocuente prueba: impulsados por la inercia del foxismo accedieron al uso de la administración pública y su encanto en proporciones nunca antes manejadas.
Es oportuno verse al espejo de Fox.
Vuelvo y termino: tiempo, finitud, expectativas y posibilidades son los elementos de la esperanza, ellos han sido seriamente dilapidados en estos cuatro años. Dos de ellos son recursos no renovables.
Al tiempo.
(Artículo publicado en La Jornada San Luis)