Fox vs Castro ¿Asunto de derechos humanos?
- Martín Faz Mora
- 6 may 2004
- 3 Min. de lectura
En el problema diplomático entre el Ejecutivo Federal mexicano y el gobierno cubano ha querido plantearse el tema de los derechos humanos como uno de los fundamentos del diferendo. Así lo han sugerido tanto voceros del gobierno federal como del PAN, y algunos analistas.
El argumento apunta en el sentido de que a partir de la llegada de Fox a la presidencia de México el tema de los derechos humanos se ha convertido en un eje fundamental tanto de su política interna como de la exterior, y ello le ha llevado al voto adverso a Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU que anualmente sesiona en Ginebra. ¿Esto es cierto?
De entrada hay que decir que si en materia de derechos humanos ha habido un cambio en México ha sido por los esfuerzos de la ciudadanía antes que por el gobierno. Desde finales de los ochenta, y de manera más notoria en la década de los noventa innumerables organismo no gubernamentales de derechos humanos irrumpieron en el escenario nacional promoviendo el tema y denunciando los graves atropellos que de manera sistemática afectaban a la ciudadanía. Desde entonces han venido realizando propuestas para una agenda contra la impunidad y a favor de los derechos humanos que ha sido sistemáticamente ignorada por las autoridades, incluyéndose la actual administración federal que no incluyó las propuestas de las ONG´s en su reciente iniciativa de reformas en la materia.
Fox se ha subido al tema pero lo ha hecho desde una postura pragmática, desde la perspectiva de lo “políticamente correcto”, sin ir al fondo del asunto y de manera selectiva como queda evidenciado en las propuestas recientemente publicitadas. Más parece una estrategia de imagen que una decidida convicción de hacer del tema de los derechos humanos una política pública fundamental de la administración.
Algo similar ocurre en materia de política exterior. El acercamiento del gobierno mexicano a las líneas de la política exterior de Estados Unidos, en relación a América Latina, es más que evidente en el caso de Cuba. Y ello quiere justificarse con el tema de los derechos humanos queriendo hacer pasar a México como un líder del tema en la región. Nada más lejano a la realidad.
Durante casi cuarenta años México se mostró francamente receloso del sistema interamericano de derechos humanos promovido por la OEA. No firmo la Convención Americana sobre derechos humanos (Pacto de San José) sino hasta doce años después de que ésta fuera proclamada por la Asamblea General, y no reconoció la competencia de la Corte Interamericana sino hasta luego de 29 años de que se acordara su creación. Todavía a mediados de los noventa encabezó, junto con el Perú de Fujimori, una propuesta de reformas al sistema interamericano de derechos humanos que, en opinión de algunos reconocidos expertos, parecía más una estrategia para debilitarlo o destruirlo que para fortalecerlo. Con tal currículum, sobra decir que nadie que conozca del tema en América Latina reconoce en México liderazgo alguno en materia de derechos humanos. El país que sí tiene ganado tal liderazgo no es otro que Costa Rica, sede permanente de la Corte Interamericana y del Instituto Interamericano de derechos humanos, decidido y abierto promotor del fortalecimiento del sistema de derechos humanos interamericano.
Lo que sí se reconocía a México en materia de política exterior era su firme y decidida postura a favor de la no intervención y la autodeterminación de los pueblos, lo que le allegó un reconocido prestigio y liderazgo en la región ante las constantes presiones y tendencias al intervencionismo por parte de Estados Unidos que incluso hacía uso de la propia OEA como en el caso de Cuba (1962) y República Dominicana (1965). Pero hoy ha perdido la brújula.
La actual administración no parece tener una estrategia propia para la conducción de la política en la región, y el surgimiento de nuevos liderazgos como Brasil y Argentina perecen ganar más representatividad entre los países de la zona que han dejado de encontrar en México un natural aliado e interlocutor político. Parecen verlo más bien como un trampolín económico y comercial que puede abrirles, aunque sea de manera subordinada, la puerta al comercio con Estados Unidos.
Nada pues del engañoso recurso de que ha sido el compromiso por los derechos humanos lo que ha provocado el problema diplomático entre los gobiernos mexicano y cubano. Solo berrinches y politiquerías facciosas simuladas por el discurso, para consumo mediático, de los derechos humanos.
(Artículo publicado en La Jornada San Luis)
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