Pasión de Cristo, pasión del mundo
La tortura, el tratamiento cruel, inhumano y degradante como del que fuera víctima Jesús, el profeta galileo de Nazaret fundador del cristianismo, aquel otro 8 de abril, como hoy, pero del año 30 1, sigue tan vigente en la actualidad por todo el mundo como en aquel tiempo.
Los más recientes informes sobre la situación de los derechos humanos en el mundo reportan que a lo largo del 2003, en gran parte del planeta millones de personas continúan sufriendo tortura, actos crueles, inhumanos y degradantes, inflingidos por los órganos estatales en el marco de investigaciones judiciales, represión, luchas étnicas, discriminación, ocupaciones militares y la "lucha contra el terrorismo".
En el afán por lograr seguridad, objetivos políticos y beneficios económicos, los derechos humanos se pisotean en todo el mundo. Si bien las víctimas proceden de todos los sectores sociales, los miembros de las minorías étnicas y los desfavorecidos económicamente corren mayor peligro.
La tortura y los malos tratos continúan siendo una práctica casi habitual en los centros de detención de innumerables países, y sus condiciones son tan espantosas que constituyen en sí mimos un trato cruel, inhumano y degradante. Entre los métodos de tortura de los que se informa habitualmente figuran las palizas, las descargas eléctricas, las violaciones, el uso de diversos métodos para provocar asfixia, quemaduras, y la práctica de atar a los detenidos en posturas dolorosas, además de la tortura psicológica
Sacando provecho del clima internacional favorable al «antiterrorismo», muchos gobiernos han intensificado y renovado, a nivel nacional, la represión contra disidentes y opositores: sindicalistas, periodistas, minorías religiosas o raciales y defensores de los derechos humanos. Son muchos los ejemplos que tales informes citan sobre países específicos en los que, invocando la seguridad nacional, las fuerzas gubernamentales han matado, violado, torturado y secuestrado impunemente.
La estigmatización aumenta con medidas como la aplicación de «criterios raciales» y la detención de inmigrantes en Estados Unidos, y en Europa con la calificación de «terroristas» a refugiados y solicitantes de asilo. En un clima de crecientes racismo y xenofobia, a los solicitantes de asilo se los expulsa a lugares en los que han de hacer frente a la cárcel, a la tortura o la muerte, y aumenta al mismo tiempo la frecuencia de los ataques violentos contra miembros de comunidades minoritarias.
Los testimonios evangélicos son precisos al señalar que la tortura inflingida a Jesús por las autoridades judías y romanas, así como su posterior ejecución, fueron motivadas por elementos similares a algunos de los que hoy mismo justifican las graves violaciones a los derechos humanos: la seguridad del estado, la discriminación, así como la intolerancia ideológica y doctrinal.
Si, como para muchos, resultan impactantes las escenas que exhibe la película de Mel Gibson, éxito taquillero de la temporada y lugar común de la charla en estos días, no menos estremecedoras resultan las escenas cotidianas de la violación a los derechos humanos a lo largo y ancho del mundo. Un mundo en el que millones de seres humanos padecen día a día una continuada pasión con pocas expectativas de resurrección.
1 Siguiendo la cronología del Evangelio de Juan. FABRIS, Rinaldo. Jesús de Nazaret, historia e interpretación. Ed. Sígueme, Salamanca, 1985.
(Artículo publicado en La Jornada San Luis)