Católicos por un estado laico
El tema sobre las indicaciones que algunos obispos han hecho a los católicos de sus diócesis para "orientar" el sentido de su voto, así como las denuncias presentadas por el partido México Posible ante las autoridades por el hecho de que con se violan la Constitución y Ley de Asociaciones y Culto Público, ha suscitado un amplio debate, respecto a la injerencia de la influyente jerarquía católica, en el tema de la política.
¿Es legal que la jerarquía católica -que no "la Iglesia", así en general- indique a los católicos por quien votar o por quienes no? Es claro, indudable e inobjetable que la ley lo prohibe expresamente en el artículo 130 de la Constitución: "los ministros no podrán...realizar proselitismo a favor o en contra de candidato, partido o asociación política alguna". ¿Se necesita decir más?
Ahora bien, veamos otro aspecto importante del asunto: ¿debemos los católicos laicos obedecer en tal tema a la jerarquía católica? El asunto va más allá del aspecto legal y se introduce de lleno al tema ético y religioso, y la respuesta reviste importancia porque un gran número de mexicanos son católicos, y además porque al interior del partido político México Posible los hay.
Los obispos afirman que los políticos católicos tienen “el deber moral (de no apoyar) leyes que atentan contra el derecho a la vida o en contra de las instituciones de la familia y el matrimonio.” (Mensaje al Pueblo de México: ¡Votemos con responsabilidad! de la Conferencia del Episcopado Mexicano –CEM-) No puedo extenderme en argumentaciones éticas sobre el deber y la obligación moral de las personas, simplemente diré que la propia reflexión de la Iglesia Católica considera que: "en materia religiosa ni se obligue a nadie obrar contra su conciencia ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, solo o asociado con otros" (Declaración "Dignitatis humanae" sobre la libertad religiosa, del Concilio Vaticano II, diciembre de 1965)
El asunto de fondo radica en si es aceptable que una determinada forma de entender la realidad, en este caso desde la perspectiva ética y religiosa propuesta por un determinado grupo social -sea minoritario o amplio- puede obligar, a través de las leyes del estado, a otros grupos -amplios o minoritarios- a actuar de acuerdo con dicha visión ética.
Yo soy católico, y mis creencias religiosas han moldeado en buena medida mi conciencia ética, ¿debo por ello obligar a los demás a actuar de acuerdo a mi código de ética moldeado por mis creencias religiosas? o más aún, si tuviera alguna responsabilidad en la conformación del Estado, como legislador católico por ejemplo, ¿debo utilizar a éste y sus leyes para obligar a que los demás actúen de acuerdo a mi conciencia ética moldeada por elementos religiosos? y, todavía más, ¿debo utilizar al estado y sus leyes para impedir que los demás actúen en conformidad con su conciencia, halla sido o no, moldeada por elementos religiosos distintos a los míos?
En ello estriba la diferencia entre un estado confesional y un estado laico.
¿Debemos los católicos que participamos en política construir un estado laico o un estado confesional? ¿Un estado que asegure la libertad de conciencia o uno que restringa tal libertad de conciencia amoldándose sólo a la forma de conciencia católica? No tengo la menor duda que los católicos que intervenimos en la política debemos impulsar la construcción de un estado en el que los mexicanos y las mexicanas puedan ejercer sus preferencias y diversidades de todo tipo: religiosas, culturales, políticas, ideológicas, sexuales, y tantas más que existen, en un marco legal que las respete y garantice plenamente. Y tal estado debe ser esencial y definitivamente laico.
(Artículo publicado en La Jornada San Luis)