El "proyecto generacional" de Horacio
Las declaraciones hechas por el exgobernador potosino, improvisado diplomático actual en el Estado más pequeño del mundo, solo reflejan la postración de la vida política potosina y el pobrísimo panorama que en ella asoma de un tiempo a la fecha.
Asombra, por su patetismo, la autosobrevaloración que a sí mismos pueden darse políticos de perfiles tan grises y mediocres, capaces ahora de hablar de un proyecto político del que forman parte, o quizá hasta creen encabezar, cuando su posibilidad de figurar políticamente nunca dependió siquiera de ellos mismos, sino de todo tipo de coyunturales situaciones tanto políticas, familiares, económicas y sociales que supieron ser mezcladas con maquiavelismo puro por el salinismo para desactivar el único epicentro activo que, en tal momento, amenazaba la "pax salinista", hoy añorada por tantos.
Una vez en el poder, impulsados por todo tipo de coyunturas, menos por proyecto político definido alguno, no fueron capaces de aprovechar la oportunidad de acceder a él para otra cosa que no fuera cimentar un proyecto personal, acaso generacional –con muchos matices-, pero de ningún modo político.
La confusión y fusión de lo público con lo privado, de lo político con los intereses personales de quienes detentan el poder, es acaso uno de los graves males del país y del estado. Solo en ese contexto puede entenderse la identificación de un proyecto personal con un proyecto político.
La administración de Sánchez Unzueta tuvo de todo pero careció de proyecto alguno. El amiguismo, subproducto de la cultura clientelista en la que se forjó políticamente, fue si acaso el más notorio de sus proyectos y allí se gestó la actual administración estatal. Si a eso quieren llamar "proyecto político generacional" ¡allá ellos! Yo lo llamo asegurar su futuro a expensas de los potosinos y sus verdaderas necesidades sociales, económicas y políticas.
Enfrentados al desmantelamiento del tradicional sistema político mexicano, que les ha dado vida y sustento (muy por encima del nivel medio de la población del país, por cierto), no quisieron hacer otra cosa que atrincherarse en el coto que les tenían resguardando, siguiendo el ejemplo de Bartlett y Madrazo, aunque con distinto estilo. Sorprendidos por la debacle económica que inauguró tal desmantelamiento, y carentes de los recursos con los cuales crearse una plataforma de respaldo político y social, optaron por asegurarse a sí mismos y su "generación", antes que ofrecer políticas colectivas y consensos que brindaran salidas y opciones a los graves problemas sociales que enfrentamos los potosinos.
Fortalecer su imagen a toda costa fue otro de los proyectos claramente definidos de la anterior administración. Shows publicitarios al más puro estilo salinista fueron desplegados en materia de administración de justicia, obras públicas (recuérdese la red caminera indígena en la huasteca), fomento al empleo, seguridad pública, y más asuntos sin resultados dignos de exaltarse o recordarse siquiera. Solo la regeneración del centro histórico y los parques de la ciudad capital, a costa de diferir proyectos en regiones más pauperizadas y de la herencia de una deuda pública que paraliza hoy a los compañeros de su "generación", son recordados ahora, aunque en su momento no fueron ponderados por los capitalinos que votaron en contra del candidato "generacional" de Horacio a la alcaldía potosina, y de los candidatos priístas a diputados federales de los distritos electorales que le abarcan.
Declaraciones, deslices verbales, foros inútiles, creación de patronatos de toda índole para la fotografía y las relaciones públicas, fueron sí, notorios durante la anterior administración. Proyecto político alguno, fuera de aquel que intenta erigir un neocacigazgo postclásico hoy bautizado como "generacional", no pudo apreciarse. Poco que tenga que ver con la "decencia" en la política que, a decir de Sánchez Unzueta, caracterizaría a tal proyecto.
Las declaraciones de Sánchez Unzueta, no solo le revelan a él en lo particular y a su autosobrevaluada "generación", sino que además pone de manifiesto la ausencia de proyectos políticos en el estado capaces de ofrecer alternativas. Solo la ausencia de alternativas puede explicar la desmesura de los propósitos "generacionales" de políticos grises y sus secuelas, una de las cuales es la actual administración.
Un panismo cada vez más postrado a los intereses empresariales. Un panismo local reestructurándose a la sombra de Fox y no por la construcción de un proyecto político de carácter local y que enfrente las problemáticas del conjunto de los potosinos, puede tener posibilidades de triunfo, sí, pero no de cambio.
Un perredismo atomizado, con presencia inframarginal en la vida política del estado, rezagándose cada vez más con la dilapidación de sus posibilidades en enfrentamientos viscerales y patéticos, no sólo carece de posibilidades de mostrar alternativas políticas a la sociedad potosina, sino que arriesga incluso su operatividad en una entidad poco afecta a posiciones, así llamadas, "progresistas" y más identificada con el conservadurismo.
La dilapidación, por variadas razones, del movimiento cívico potosino que encabezara el Dr. Salvador Nava es, sin duda, una de las grandes pérdidas del estado. Y en tal asunto no poco tuvieron que ver los aquí mencionados: Horacio Sánchez Unzueta, el PAN y el PRD.
Parafraseando, dicen que a Porfirio Díaz, diré: ¡pobre San Luis, tan lejos de Dios y tan cerca de "proyectos políticos generacionales"!
(Artículo publicado en La Jornada San Luis)