Derechos Humanos: 50 años
Larga, relativamente, es la historia de la humanidad, corta en cambio la del reconocimiento de los derechos humanos: no es sino hasta mediados del presente siglo que se tuvo, al fin, un instrumento mundialmente reconocido en el que quedaran de manifiesto los derechos que tiene un ser humano, por el solo hecho de serlo.
Mucho hubo que pasar en todos los aspectos de la vida social para que, al fin, ocurriera. Revoluciones y evoluciones económicas, políticas e ideológicas que a su paso destruyeron formas de organización social y abrieron nuevos caminos, no siempre mejores, pero este siglo vio nacer el 10 de diciembre de 1948, la Declaración Universal de Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de la entonces recién nacida, Organización de las Naciones Unidas (ONU), en su resolución 217 A (III).
La Conferencia de San Francisco (1945) que creó la ONU, bajo el esquema de la guerra fría, estableció como una de sus prioridades “el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión”. Allí mismo se propuso aprobar una declaración de los derechos esenciales del hombre, pero al considerar que esta requeriría un examen más detenido se encomendó al Consejo Económico y Social de la ONU (ECOSOC) la creación de una Comisión de Derechos Humanos, para que se encargara del asunto y elaborara una “Carta Internacional de Derechos Humanos”.
Era de suponerse que las grandes potencias aliadas tenían más preocupación por el reparto del mundo de la postguerra que de los derechos humanos, teniendo en cuenta que todas ellas, además, tenían graves problemas de derechos humanos en sus propios países y colonias: en la Unión Soviética el gulag de Stalin, en Estados Unidos la discriminación racial contra los negros, en Inglaterra y Francia la situación de sus colonias en Asia y Africa.
El trabajo no fue fácil pues había diversas opiniones sobre la forma que debía tener el proyecto de tal “carta”, por lo que el Comité de Redacción encargado de hacerla decidió preparar dos documentos: uno en forma de declaración que enunciara los principios o normas generales de derechos humanos; el otro en forma de una convención que definiría los derechos concretos y las limitaciones o restricciones a su ejercicio. La diferencia era esencial, ya que no es lo mismo, en derecho internacional, una “declaración” que una “convención”, ya que la segunda establece normas obligatorias de carácter legal en el ámbito internacional, no así con la primera que solo es exhortativa.
La Comisión de Derechos Humanos de la ONU, debido al ambiente de la guerra fría, no vio condiciones favorables para que fuese aceptada una Convención de Derechos Humanos, por lo que optó por presentar al pleno de la Asamblea General de la ONU, reunida en París la Declaración, a cuyo quincuagésimo aniversario asistiremos este jueves 10 de diciembre de 1998.
Para algunos el logro puede considerarse “escaso”, pues de haberse aprobado una “Convención” habría habido mecanismos efectivos para la protección de los derechos humanos, y hasta sanciones por su incumplimiento, sin esperar 50 años a que apareciera el juez español Baltazar Garzón en el sonado juicio contra Pinochet. Sin embargo las cosas así fueron.
A pesar de todo la Declaración Universal de Derechos Humanos, constituye sin duda alguna un momento culminante de la historia humana y un punto de arranque mundialmente reconocido para que el tema de los derechos humanos tuviera carta de ciudadanía en el mundo, más allá de fronteras políticas e ideológicas.
A su cobijo se iniciaron amplios movimientos de lucha social en diversas partes del planeta, que si bien no todos han tenido los efectos deseados en cuanto a la vigencia de los derechos humanos por todos y para todos, si han servido para ampliar la plataforma y el consenso mundial de su importancia.
Sería ingenuo echar las campanas al vuelo y temerario asegurar que existe un proceso de logros irreversibles a partir de la aparición hace cincuenta años de la Declaración Universal de Derechos Humanos. La realidad diaria nos lo demuestra hoy, como a lo largo de los cincuenta años de su promulgación.
Pero bien vale la pena celebrar su aparición y hacer votos para que todas las personas conozcan sus derechos y, sobre todo se organicen para hacerlos respetar.
Finalmente es bueno considerar que la Declaración Universal de Derechos Humanos, no es el único instrumento en la materia, pues la famosa “Carta Internacional de Derechos Humanos” encargada en 1945 a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU se completó 18 años después con la elaboración de dos “pactos internacionales” de derechos humanos: el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966), y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966) los cuales entraron en vigencia hasta 10 años después, en enero y marzo de 1976 respectivamente, luego de que 35 países los habían ratificado y se adherían a ellos. Pero, como diría la popular “nana Golla”: eso es otra historia.
Estimado lector, celebre los 50 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos adquiriendo, conociendo y difundiéndola.
(Artículo publicado en La Jornada San Luis)