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Detrás de Fox (todos menos tú)

Netos de toreros disfrazados de

ciclistas peluqueros de esos

que se llaman estilistas

divorciadas calentonas con pelo a lo

Madonna

Estaban todos menos tú

Todos menos tú


La insistencia y perseverancia de una amiga me decidieron a asistir el pasado martes 24 a la conferencia “La pobreza extrema: su erradicación, nuestro compromiso” (o algo así, porque el boleto lo di al entrar al salón del hotel donde se realizó). El tema me interesó Y quise escuchar de primera mano lo que diría el adelantado candidato del PAN a la presidencia para el año 2000.


La excusa de su presencia era la firma convenio entre una reciente asociación civil llamada “Santa Fe”, la que el propio Vicente · Fox importó de Bangladesh; y con la que se pretende combatir, al menos en parte -supongo-, la extrema pobreza, a través microcrédito. El fondo real del asunto es su abierta candidatura, tal y como quedó claro con el tipo de preguntas y respuestas que se le realizaron al final de la ponencia, una de ellas sobre si él será el próximo presidente de México, a lo cual respondió con enjundia: “si, sin duda con el apoyo de ustedes”; la cual fue aplaudida con entusiasmo, más aún que las relativas al mencionado proyecto de microcrédito, presunto motivo de su estancia en San Luis.


Pablo Neruda habría palidecido vuelto a morir de haber sabido que uno de sus versos serviría para que el maestro de ceremonias exaltará a “don Vicente Fox: depositario de ·nuestra esperanza”, según dijo el presentador Neruda, ese comunista irredento que muriera de tristeza a los pocos días del golpe de estado de Pinochet y a cuyo sepelio fueron impedidos de asistir los chilenos por el dictador. ¡Qué ironías!


La conferencia, en efecto, se ciñó a una descripción genérica de lo que pretende el mencionado proyecto, y fuera de algunas afirmaciones bastante descabelladas como la que hiciera al afirmar que hoy día el Banco Mundial dedica todos sus esfuerzos para combatir la extrema pobreza, permitió ver las “tablas” que como político ha desarrollado en su ya larga carrera.


Fox como empresario exitoso, se sabe vender en el terreno político y además tenía mercado local ávido de una mercancía tal.

Tiburones de noche con teléfono en el

coche y con fax

Caballeros en oferta, señoritas que se

quieren casar

Especialistas en nada inventores del

TBO

Julietas demacradas que no

encuentran a Romeo

Estaban todos menos tú

Todos menos tú"

Aunque era de esperarse, no dejó de causarme sorpresa el auditorio allí presente: políticos “profesionales” -de oposición, claro-, funcionarios y ex funcionarios embrollados en desfalcos al erario, empresarios beneficiarios de su cercanía con los gobiernos sean o no de oposición y acostumbrados a prender dos velas (una a dios y otra al diablo como dice el dicho), especuladores de predios urbanos, señoras autodenominadas “esposas de empresarios”, ávidos comerciantes de altos vuelos, gerentes de primer nivel, estudiantes de universidades, hijos de políticos, alumnas y alumnos de colegios de pago, amas de casa, pequeños empresarios, hijos e hijas de “papi”, gente “bien”, gente “nice”, asiduas visitantes de gimnasios de aeróbicos y estéticas, clientes y clientas cautivos de cirugías plásticas, en fin: la aristocracia potosina (o del barrio, como diría Serrat) y, claro, algunos colados, eso sí, con boleto pagado.

“Doctores en chorradas, triunfadores

con mosca

"yuppies" que esta temporada no se

comen una rosca

vampirós al asedio de sangre fresca

para chupar

Estaban todos menos tú ·

Todos menos tú”

Había, pues, casi de todo. Las motivaciones para asistir es de suponerse que también serían variadas: quien se va “ventanear”, quien a “posicionarse políticamente”, quien a ver de cerca a Fox, quien a convencerse de sus prejuicios, quien de buena fe y sincera voluntad, quien con la esperanza de un cambio, quien porque lo llevaron, etcétera.


Sea lo que sea es preocupante el tipo de intereses locales que quieren cobijarse al amparo de Fox y lo que se espera de él. No se necesita ser muy perspicaz para adivinar el México que tales sectores desean. Un país donde la gente “decente” y “nice” sea dirigente con la amplísima libertad de seguir haciendo sus negocios. La identificación entre el bienestar de mi negocio y el bien del país es el axioma de muchos de los que ven en Fox una posibilidad de cambio.

La pobreza, piensan es un problema personal e individual: si se dan “oportunidades” a los individuos éstos se superan, como el buen salvaje de Rosseau si ello no funciona con mecanismos como el microcrédito, por ejemplo, aún queda la filántropa del Teletón.


“No hay que darles el pez; hay que enseñarles a pescar” es el otro axioma insuperable que evade el análisis profundo de las causas de la pobreza en una sociedad en la que el “libre” mercado sólo genera amplios sectores humanos excluidos del bienestar y una altísima concentración de la riqueza en unos cuantos, algunos de los cuales estaban justo escuchando a Fox. Es fácil enseñar a pescar desde un barco atunero a quien va sobre una lancha, sobre todo cuando se sabe con certeza que nunca navegarán por las mismas aguas.


Fox es un personaje de contrastes, y no le son atribuibles a él los intereses locales que le sirven de base para su intento presidencial. Tampoco creo que sólo halla intereses particulares Y ambiciosos detrás de todos los que se reúnen tras Fox, de hecho me consta porque conozco a respetables personas de los llamados "amigos de Fox", pero en el espectro social por él convocado hay un notable y poderoso sector económico y ´político acostumbrado a inclinar la balanza más a facor de sus recursos que de su “conciencia social”, con Fox o sin Fox. Será, quizá, porque su conciencia social está ·hecha a la medida de sus recursos.

Paparazzis, reinonas, skins, ·

perdonavidas

Y un· notario de Pamplona que vino a

la movida

Muertos que no se suicidan, niñatos,

viejos verdes

Y un cuñao de una querida del

Marqués de Villaverde

Naricillas de saldo, tabiques de

platino

y un psicólogo argentino mostrándote

el camino

Estaban todos menos tú

Todos menos tú

* Canción de Joaquín Sabina

(Artículo publicado en La Jornada San Luis)


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