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La candidatura del PRI

“Cuando alguien me pregunta si estoy como presidente del Consejo Estatal Electoral para conseguir una senaduría, les contesto que sí; que lo que quiero es una cenaduría, porque desde que estoy en esto nunca ceno a tiempo: del trabajo me vengo a las reuniones. Quienes me preguntan lo anterior, no pueden comprender que uno haga las cosas por simple responsabilidad cívica, sin interés político personal.”


Así lo afirmó Luis García Julián ante una compañera de la Convergencia de Organismos Civiles por la Democracia, y quien esto escribe, allá por Marzo de 1993, cuando nos entrevistamos con él para informarle de nuestra participación como observadores, del proceso electoral extraordinario para la gobernatura del estado.


Al fin García Julián obtuvo su “cenaduría”, aunque deberá conformarse -siguiendo la comparación- con una “fritanguería”: la candidatura de “unidad” del PRI a la Presidencia Municipal de esta capital. ¿Recuperará así sus hábitos alimenticios?


Por lo pronto, García Julián pasa ahora a engrosar la lista de autoridades electorales que devienen en representantes del partido oficial, lista encabezada por Manuel Bartlett y Emilio Chuayffet, aunque también existen las versiones locales como el doctor Jesús Noyola Berna.


Esta práctica es sumamente cotidiana en el sistema político mexicano, desde los altos niveles del IFE hasta el más marginal de los municipios.


Sin embargo este caso concreto tiene algunas aspectos a considerar.


Bartlett y. Chuayffet, como los diccionarios biográficos oficiales lo decían, habían pertenecido al PRI con anterioridad a su nombramiento. En cambio, Luis García Julián, siempre fue mostrado como uno de los grandes logros de la entonces “trascendental”, “audaz” y “pionera” reforma electoral; que puso en manos de “los ciudadanos” los procesos electorales. Por primera vez, se ufanaban entonces los voceros oficiales y los oficiosos, el presidente del Consejo Estatal Electoral no era el Secretario de Gobierno en turno. ¿Qué mayor prueba de la buena voluntad del gobierno, para dar credibilidad a los procesos electoral tan cuestionados? Era el desafiante razonamiento del gobierno a los partidos políticos de oposición y a la ciudadanía en general y, justo ahí, entramparon tales partidos.


¿Por qué, pasado el tiempo, decide el ciudadano y representante simbólico de la “sociedad civil” Luis García Julián ser representante el PRI a la alcaldía? Desde luego que tal decisión sólo compete al ámbito de la conciencia personal de éste, y como tal, debe ser respetada. Sin embargo no podemos dejar de preguntarnos algunos de los posibles significados, y lo que en un hecho así revela.

¿Es creíble que los “sectores” del PRI conozcan siquiera, y decidan voluntariamente impulsar la candidatura de García Julián, como debe hacerlo cualquier organización política que se tenga a sí misma, aunque sea, el mínimo respeto? Conociendo al PRI es dudoso, por lo que la candidatura de la ex autoridad electoral, revela la decisión de un reducido grupo, en el mejor de los casos, o de una sola persona, suele suceder en dicho instituto político, tradicional apéndice del Ejecutivo.


¿Será simple casualidad que el ahora candidato de “unidad” del PRI a la alcaldía de la capital, haya sido la máxima autoridad electoral durante el proceso que llevó a la gubernatura al actual titular del Ejecutivo? Creer en los Santos Reyes es un razonamiento que allanaría, en caso de no ser condición necesaria, el camino para afirmar la casualidad del hecho.


La candidatura del empresario potosino fortalece la tendencia actual del PRI, que se empeña en adecuar su tradicional corporativismo. Antes, cuando la lógica del poder así lo requería, se corporativizaba a los sectores populares, ahora a los empresarios. En la termodinámica política, ¿quién le pasa energía a quién? ¿El PRI se beneficia con la posible credibilidad de García Julián, otorgándole el beneficio de la duda o, por el contrario, García Julián al aliarse al PRI recibe el descrédito de éste? O, ¿alguien pone en duda que el PRI es una institución política desacreditada? ¿No lo sabe García Julián? y, si lo sabe, ¿por qué prestarse a la termodinámica política del PRI?

¿Cómo entender ahora, a la luz de la decisión de García Julián, la presunta imparcialidad del proceso electoral que llevó a Sánchez Unzueta a la gubernatura, y que presidió su ahora compañero de partido? Compañero no porque García Julián milite en el PRI, sino porque ahora tienen en común haber sido postulados por éste.


Seguramente el PRI se curará en salud, diciendo que tal candidatura es una muestra de la “ciudadanización” del partido y de su apertura a la tan en boga “sociedad civil”. Pero, finalmente, ¿a quién representa el ciudadano Luis García Julián?


Sigue empeñada la clase política en el poder, en mostrar su decadencia y degradación. Cada quien, según corresponda, conocerá sus particulares razones del por qué adherirse a ella.


Como dice el dicho: así como a cada capillita le lleega su fiestecita, podemos ahora decir que a hambrientito le llega su cenaduría.

(Artículo publicado en La Jornada San Luis)


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